LE PIERDE LA SOBERBIA

Los errores que ha cometido el candidato Arias Cañete en la campaña electoral que hoy termina, se van a estudiar en todas las escuelas de negocios de España y parte del extranjero.

LE PIERDE LA SOBERBIA 

Los errores que ha cometido el candidato Arias Cañete en la campaña electoral que hoy termina, se van a estudiar en todas las escuelas de negocios de España y parte del extranjero. Errores de bulto impropios de quien se considera tan formado y  con experiencia, y de quien está rodeado de tantos asesores para decirle lo que tiene que hacer en cada momento para agradar al electorado, o al menos para no soliviantarlo. Lo que le ha ocurrido a Miguel Arias Cañete lo entendemos bien quienes lo hemos tenido de ministro de Agricultura en dos legislaturas distintas y conocemos de su carácter soberbio y prepotente. Un carácter que no crea problemas cuando uno es dueño y señor de un ministerio y se sabe apoyado más allá de lo razonable por un presidente del Gobierno con el que hizo la larga travesía hasta llegar a la Moncloa bajo una inquebrantable lealtad, pero que por el contrario es incompatible con una campaña electoral en la que toca tirar como cabeza de lista. Porque, no nos engañemos, Arias Cañete no está educado para pedir a quien presuntamente es menos que él, y no está educado para ponerse al nivel de la gente de la calle perdiendo hasta la dignidad si hace falta  para recuperar el último voto posible. En definitiva, Miguel Arias Cañete es un mal cabeza de cartel, no da el perfil de candidato político, por eso quizás no le venga mal el traje de futuro comisario europeo, cargo que no es de designación directa y por lo tanto no tendrá que rendirle cuentas a los ciudadanos. 

No tengo criterio sobre su presunto carácter machista, pero sus declaraciones son absolutamente inasumible, y lo asombroso es que él no se diera cuenta de la gravedad política de las mimas. Reconozco que yo inicialmente no le di tanta importancia, quizás porque ya me había defraudado como líder en el debate con Elena Valenciano, o quizás porque puedo tener ciertos prejuicios que me pueden más que la afinidad ideológica y que me empujan a un desapego afectivo. Me di cuenta de la verdadera trascendencia cuando mi hija, que por edad vota por primera vez, puso cara de incredibilidad al verlo y oírlo en los informativos de televisión del mediodía.

 

Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 23 de mayo de 2014.