Sin nadie pone remedio y se consuma el cierre de ganaderías de la montaña leonesa por falta de comprador para la leche, las vacas pardas se convertirán en raza en peligro de extinción
Las “ratinas”
Sin nadie pone remedio y se consuma el cierre de ganaderías de la montaña leonesa por falta de comprador para la leche, las vacas pardas se convertirán en raza en peligro de extinción. Esta raza tuvo su esplendor el pasado siglo después de que se introdujera en España en las décadas de los cincuenta y sesenta desde países alpinos, atendiendo a una política ganadera que buscaba animales que se adaptaran a las zonas de montaña y respondieran a las necesidades de proporcionar fuerza de trabajo, carne y leche. Esta Parda Alpina, que después se ha rebautizado como Parda de Montaña, ha sido la vaca por excelencia de la montaña leonesa, la que hemos visto pastando en nuestros prados, la artífice del milagro económico en las zonas marginadas de montaña a partir del momento en el que a cada pueblo comenzó a llegar un camión a recoger la leche. Gracias a ella hubo un tiempo en el que el nivel de vida de los ganaderos de la montaña no tenía nada que envidiar al de los agricultores de la zona llana de la provincia. Después, buscando una mayor especialización, se ha seleccionado hacia la producción de leche, incluso en algunos casos se ha producido un auténtico cambio de raza sustituyéndola por la Parda Americana. Pero por mucha nostalgia que queramos ponerle, si se abandona la producción de leche, las vacas Pardas, comúnmente conocidas también como “ratinas”, tienen los días contados en nuestra provincia. En la producción de carne existen otras razas fuertemente competidoras, razas con mejor conformación, mejores índices de conversión, y que también se adaptan bien a nuestro clima, a nuestra orografía y a nuestro manejo. Así que, si nadie lo remedia, y parece que quién puede hacerlo no está dispuesto a ello, la raza Parda Alpina desaparecerá del censo ganadero leonés, y con todo lo que ello supone, incluso desde el punto de vista de la biodiversidad, lo grave es que con ello han desaparecido miles de familias ganaderas que vivían en cientos de pueblos de montaña con el recurso de la carne y la leche.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes15 de abril de 2016