La tularemia

Por mis responsabilidades en el campo de la agricultura y la ganadería, mantuve en el año 2007, en plena vorágine de la plaga de topillos, reuniones al más alto nivel con las autoridades sanitarias de Castilla y León, ya que nuestro colectivo, el de los agricultores y ganaderos, estabas siendo víctima del contagio de la tularemia

La tularemia

Por mis responsabilidades en el campo de la agricultura y la ganadería, mantuve en el año 2007, en plena vorágine de la plaga de topillos, reuniones al más alto nivel con las autoridades sanitarias de Castilla y León, ya que nuestro colectivo, el de los agricultores y ganaderos, estabas siendo víctima del contagio de la tularemia. Me quedó claro que había una consigna política para minimizar los efectos de la enfermedad y para desvincularla, contra toda evidencia, de la plaga de topillos. La maquinaria de propaganda de la administración es tan poderosa que le permite construir su verdad y convertirla casi en verdad universal. Nada más se volvió a saber de la tularemia, salgo supongo algún caso muy aislado, hasta estos últimos días, casualmente después de ese repunte cíclico de los topillos que venimos denunciando desde hace varios meses y que es más evidente en Tierra de Campos. El principal problema de la trasmisión de la tularemia a los humanos viene de la mano de los topillos y no de los cangrejos ni de las liebres, que de estas últimas hay cuatro contadas y tan siquiera estamos en época de caza. Nuestra administración, la de la Junta de Castilla y León, pierde toda credibilidad si ante la evidencia se enroca en negar la mayor y hacernos pasar por tontos a quienes tenemos la plaga en nuestros campo y, además de causar daños en nuestros cultivos, nos contagian de una enfermedad bacteriana que te deja hecho unos zorros durante diez días. Porque esa es otra, las autoridades sanitarias la catalogan al nivel de una simple gripe,  a pesar de que para curarla, una vez bien diagnosticada,  hace falta un buen chute de antibióticos y en no pocos casos ingreso hospitalario y gotero al lado. Es evidente que el riesgo de padecer esta enfermedad es mayor entre quienes viven en el medio rural y particularmente quienes desarrollan su actividad en el campo, pues la bacteria, además de utilizar vectores, también se inhala desde un ambiente contaminado. Por esta razón, ya en 2007, le pedimos a la Seguridad Social que la considerara como enfermedad profesional, lo que supone ventajas a la hora de percibir la prestación por baja médica, obteniendo la callada por respuesta. Siete años después, todo sigue igual.

 

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 15 de agosto de 2014