Quedan pocos días para un traspaso de poderes del actual Gobierno en funciones a quienes legítimamente ganaron las elecciones del 14 de marzo.
La herencia de arias cañete
José Antonio Turrado*
Quedan pocos días para un traspaso de poderes del actual Gobierno en funciones a quienes legítimamente ganaron las elecciones del 14 de marzo. No quiero adelantarme a hacer un balance pormenorizado de los cuatro años de Miguel Arias Cañete al frente de la cartera de agricultura, pues tiempo habrá para hacerlo y seguramente personas más cualificadas y autorizadas para ello.
Pero hay algunos temas que forman parte de la herencia de Arias Cañete, de los que se tendrá que hablar en las próximas fechas, y que tendrán una incidencia muy importante en el futuro de la agricultura y la ganadería de nuestro país, y por tanto en el bolsillo de todos y cada uno de nuestros agricultores. Para empezar, el nuevo Gobierno se encontrará con la inminente entrada en vigor de una nueva Ley de Arrendamientos Rústicos con la que ya ha dicho que no está de acuerdo y que va a cambiarla. Y me alegro de que Arias Cañete vea desde su puesto de parlamentario cómo se le deroga una Ley auspiciada por él mismo antes casi de su entrada en vigor. Me alegro del escarnio al que va a ser sometido, y lamento que en el Partido Popular no se hayan dado cuenta que también por la prepotencia, la chulería y la falta de sensibilidad con la que se trataron cuestiones como el trámite de esa Ley, se pueden perder unas elecciones.
Pero la peor herencia de Arias Cañete tiene sin duda que ver con la reforma de la PAC aprobada el pasado mes de junio. El todavía ministro vino de Bruselas apuntándose el éxito de una negociación en la que, a propuesta suya, se había aprobado un desacoplamiento parcial de las ayudas cuya aplicación sería potestativa de los estados miembros. Y quienes nunca creímos en el desacoplamiento de las ayudas, no tardamos tiempo en darnos cuenta que el desacoplamiento parcial, en bajos porcentajes como ocurre con los cultivos herbáceos, es en sí mismo peor que la propuesta inicial de Fischler, y por tanto lo rechazamos como lo rechazan todos nuestros agricultores y ganaderos profesionales.
Hasta Arias Cañete había cedido ya a la presión de sus asesores, de las comunidades autónomas y de las organizaciones serias, y había apostado por el desacoplamiento total al menos en herbáceos, y así se aprobó en la última Sectorial de Agricultura anterior a las elecciones. Pero mira por dónde, sin estar previsto ha ganado el PSOE y van a cambiar muchas cosas, entre otras la opinión sobre la aplicación de la reforma de la PAC. Y al componente ideológico, que sin duda pesará en la toma de decisiones por parte del partido Socialista, se sumará el de la UPA-UGT, y el de algunos socios parlamentarios que pensarán en todo menos en el bienestar de agricultores y ganaderos.
Así las cosas, todo parece que la decisión sobre la reforma no va a beneficiar a los profesionales del campo, y aunque si es así la culpa se la echaremos al nuevo Gobierno, no es menos cierto que el actual ha dado pie a que esto llegue a pasar. El debate del desacoplamiento, y tener este asunto abierto a estas alturas, forma sin duda parte de la herencia, de la mala herencia, que nos deja Arias Cañete como ministro del Reino de España.
Es deseo de quien esto escribe, que no es sospechoso de connivencia con los que llegan, que Arias Cañete sea como diputado de la oposición mejor que lo fue como ministro, y si se ocupa de las labores agrarias, que cambie antes muchos conceptos, pues no sería agradable tener que luchar contra gobierno y contra oposición política para defender los intereses agrarios.
* José Antonio Turrado es secretario general de ASAJA de Castilla y León