Ha saltado estos días a los medios de comunicación la noticia de la denuncia del grupo Domecq al arquitecto Calatrava por las goteras incorregibles de la bodega que le diseñó en la Rioja Alavesa.
LA BODEGA DE CALATRAVA TIENE GOTERAS
Ha saltado estos días a los medios de comunicación la noticia de la denuncia del grupo Domecq al arquitecto Calatrava por las goteras incorregibles de la bodega que le diseñó en la Rioja Alavesa. Yo estuve allí, y por supuesto vi las goteras. Visité la bodega con mi familia, el pasado verano, en eso que se ha dado en llamar el turismo enológico. La bodega es grandiosa, vanguardista, el entorno inigualable, y su arte arquitectónico quizás no estoy capacitado para apreciar en su justa medida, pero cuando hay un ladrillo mal colocado, no se me escapa. Y es en eso en lo que me fijé, en algunos detalles de construcción que hacen poner en duda la calidad de los materiales, y en algunos vicios que apuntan problemas, como el de las goteras, de por vida. Una bodega grandiosa sí, innovadora sí, pero poco funcional, a buen seguro escandalosamente cara y al parecer, por lo que yo vi y lo que ahora cuentan los dueños, con unas goteras que no hay albañil que las quite.
Esto es lo que tiene hacer inversiones desmedidas en años de bonanza, que no se mira lo que se gasta y en qué se gasta, y en el mundo del vino hay muchos ejemplos en los últimos años. Bodegas hechas con dinero que no era del campo ni de la agroalimentación, con dinero de la burbuja inmobiliaria o de unas entidades de crédito que ahora apuntan la operación en fallidos. Unos empresarios metidos a bodegueros sin tener mucho amor por el vino, sin pensar en proyectos para varias generaciones como pensaban las familias bodegueras de antes. Se han hecho bodegas con proyectos cortoplacistas que no va a amortizar el negocio del vino, se han hecho para enseñar a los amigos y para hacer negocios con los grandes magnates, y muy pocos han pensado en la responsabilidad social de generar empleo estable en las zonas rurales, de potenciar el cultivo de la uva de calidad, de dar prestigio a las denominaciones de origen donde se asientan y en hacer un vino de calidad y competitivo en precio. Y es por esto que ahora muchas de estas bodegas de reciente construcción, de las que hay en todas las denominaciones de origen de España, también en León, son económicamente inviables, están a la venta, tienen deudas hasta con los agricultores que producen la uva, y por lo visto, algunas hasta tienen goteras. Tantas goteras que terminarán aguando el vino.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 19 de abril de 2013.