En la última reunión de la Comisión Local de la Concentración Parcelaria del Canal Bajo del Bierzo se puso de manifiesto la dificultada que están encontrando los funcionarios para que los propietarios de tierras identifiquen su propiedad. Este es uno de los primeros pasos que se dan en cada proceso de concentración parcelaria, y consiste en que cada propietario acredite qué fincas posee y de qué superficie, y para ello ha de valerse de documentos admitidos en derecho. Y es aquí donde está el problema, en documentar esas parcelas, de ínfimas dimensiones en muchos casos, en parajes a veces invadidos por el matorral, sin delimitación física con la colindante, y que algunos propietarios no han pisado en su vida. La mayoría de las concentraciones que se están haciendo en la provincia son reconcentraciones parcelarias, por lo tanto ya se parte de título de propiedad expedido en su día, y tan solo hay que seguir el tracto sucesivo, aunque en muchos casos se encuentre interrumpido debido a múltiples causas. Pero no es así en la mayoría de municipios de El Bierzo, donde se enfrentan al primer proceso de concentración parcelaria y lo hacen con decenas de miles de pequeñas parcelas, la mayoría no inscritas en el Registro de la Propiedad, y muchísimas de ellas con errores de bulto o desactualizaciones en la inscripción catastral. No es fácil llegar a todos los propietarios para que en un plazo razonable, para no retrasar todo el proceso, identifiquen sus tierras de cultivo, y no es fácil que aporten documentos que puedan validar los servicios jurídicos de la consejería de Agricultura como acreditativos de la propiedad. Este trabajo merece la pena hacerlo bien para evitar litigios, y merece la pena porque además es para toda la vida, pues con la finca de reemplazo, que agrupa en una sola parcela toda la superficie que se aportó, se entregará un título de propiedad expedido por la Notaría de la plaza e inscrito en el Registro de la Propiedad, y todo ello, y hay que decirlo, gratuito para el propietario, sea o  no agricultor.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 20 de diciembre de 2024.