Cuando el nombre del leonés Juan Prieto, hijo de reconocidos funcionarios sindicalistas y socialistas, saltó a los medios de comunicación por su nombramiento como Jefe de Gabinete del ministro Luis Planas, me alegré, y seguro estoy que alguna vez escribí de ello en esta columna. Me consta que el dejar pronto tan influyente cargo se debió a su interés personal, y no fue tonto para elegir nuevo destino, al colocarse, ni más ni menos, que como agregado de la Embajada de España en Roma desde la que ocupa la representación permanente en la FAO. Se habrá debido a su padrinazgo ese reconocimiento que le han hecho a la montaña leonesa desde la FAO, a eso y a que tocaba dar algo a España por su contribución económica a este organismo de Naciones Unidas, y ahora habrá que ver para qué sirve si es que sirve para algo, que mis dudas tengo. Desconozco si Juan Prieto influyó en la política agraria para favorecer a León cuando realmente tuvo capacidad para hacerlo, que es cuando estaba al lado de Luis Planas. Yo le hubiera pedido que contribuyera a mejorar las ayudas de la PAC, que ahora que las conocemos, vemos que son un montón de obstáculos con una menor dotación presupuestaria. Le hubiera pedido que el Gobierno de España no hiciera la vida imposible a los ganaderos con el sistema de protección al lobo y otra fauna salvaje. Le hubiera pedido una legislación para proteger nuestras tierras y nuestros paisajes de la voracidad de las empresas de generación eléctrica. Le hubiera pedido un apoyo más decidido a la modernización de los regadíos y al desarrollo de los regadíos de Payuelos. Le hubiera pedido el mismo interés y fuerza para hacer cumplir la Ley de la Cadena Alimentaria que el que se tomó el Gobierno para modificarla. Le hubiera pedido un plan para ordenar los montes y mejorar la superficie de pastos, cuestión ésta que permitiría aumentar la cabaña ganadera y con ello la riqueza de la zona. Pero Juan Prieto se marchó para donde se vive bien, para donde se dan títulos honoríficos que no sirven para nada. Para nada de nada, mal que le pese al presidente de la Diputación.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 11 de noviembre de 2022.