El rechazo francés al Tratado de la Constitución Europea, remachado por Holanda, y todo apunta que enterrado definitivamente por el Reino Unido, ha dado lugar a numerosas interpretaciones sobre el futuro de la Unión Europea y por tanto de la Política Agraria Comunitaria.
El «NO» a la Constitución Europea y sus consecuencias en nuestra agricultura
Pedro Barato Triguero*
El rechazo francés al Tratado de la Constitución Europea, remachado por Holanda, y todo apunta que enterrado definitivamente por el Reino Unido, ha dado lugar a numerosas interpretaciones sobre el futuro de la Unión Europea y por tanto de la Política Agraria Comunitaria.
En términos jurídicos este rechazo no debería tener ninguna consecuencia en cuanto a la marcha cotidiana de la política europea. Aunque el Tratado de la Constitución fuera rechazado por cinco de los países miembros, Europa seguiría funcionando normalmente, de acuerdo con el Tratado de Niza que es incluso más favorable para España, que mantendría su peso político en las decisiones comunitarias.
Sin embargo, la bofetada política ha sido sonora y tendrá unas consecuencias que todavía solo podemos barruntar.
Por lo pronto, todos los analistas apuestan por debilitamiento del eje franco-alemán, que desde la creación de la entonces CEE hasta nuestros días ha marcado los destinos de la política europea. Y eso hace que ya algunos Estados miembros poco amantes del principio de solidaridad pongan en duda los acuerdos adoptados bajo el paraguas de este eje ya roto.
Los días 16 y 17 de junio se celebra la Cumbre de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno. Además de las valoraciones que deberán de hacer los dirigentes europeos sobre la continuidad de las consultas relativas a la Constitución, se trataran temas de mucha más importancia para los intereses de los españoles y de nuestros agricultores en particular.
El debate sobre las perspectivas financieras para el periodo 2007-2013 y las necesidades presupuestarias para la entrada de Rumania y Bulgaria y, eventualmente, Croacia es de gran trascendencia para la agricultura europea y, en definitiva para el futuro de la PAC.
Los países contribuyentes netos, en especial los del Norte de Europa, quieren que su aportación a las arcas comunitarias sean mas bajas que en la actualidad y que el presupuesto comunitario no supere el 1% de la Renta Nacional Bruta. Algunos piensan ya que si el 70% de los agricultores franceses se muestran descontentos con Europa, sería mejor destinar los fondos agrarios a otros colectivos más agradecidos.
Aludiendo a la ruptura del eje franco-alemán, estos países pondrán en duda la vigencia del acuerdo de la Cumbre de Bruselas en el que se fijaban los gastos agrarios hasta el año 2013. El propio Parlamento Europeo se ha decantado por cofinanciación parcial de los gastos de la PAC en el caso de que una financiación no prevista en la Cumbre de Bruselas requiera gastos añadidos, lo que significa un peligroso precedente.
Los dos países que en principio son aliados del Gobierno español, Francia y Alemania, están en contra de las prioridades españolas en materia de mantenimiento de los fondos de cohesión y estructurales para nuestro país. Y es muy poco probable que en el Consejo Europeo vayan a cambiar sus posturas.
El Reino Unido ya se ha mostrado frontalmente contrario a cualquier iniciativa que conduzca a la reducción, y mucho menos aún, a la desaparición de su cheque británico, y ataca con la reducción de las ayudas agrarias.
España es actualmente el segundo perceptor de fondos agrícolas de la UE. Nuestros agricultores y ganaderos reciben anualmente más de un Billón de las añoradas pesetas, que generan empleo, riqueza y mantenimiento del medioambiente y de la población en el medio rural.
Por tanto, uno de los países más afectados por un eventual recorte en los pagos agrícolas será España. Si tenemos en cuenta el porcentaje de nuestra población agrícola, nuestros bajos rendimientos y nuestra escasa capacidad de cubrir con fondos nacionales y/o regionales los recortes comunitarios, nuestra agricultura será la más perjudicada.
Hasta ahora nos ha ido relativamente bien siguiendo a la estela de Francia en materia agraria, y podíamos dedicar nuestras energías en la luchar por los fondos estructurales dejando que Francia defendiera la agricultura. Sin embargo, el fracaso de la clase política, con Chirac a su cabeza va a debilitar mucho esta posición de liderazgo frente a los partidarios de acabar con la única Política verdaderamente común y a favor de renacionalizar la PAC.
Ante esta falta de liderazgo, sólo queda España para asumir el protagonismo en la defensa de los fondos agrarios en el futuro, posiblemente los únicos que nos queden en un futuro no muy lejano. Las incógnitas son: ¿Será capaz nuestro Gobierno de ejercer este liderazgo? ¿Y estará nuestra ministra de Agricultura a la altura de esta responsabilidad?
Madrid, 13 de junio de 2005
*Presidente Nacional de ASAJA