No hay duda de que la agricultura y la ganadería es una actividad empresarial y que como tal los ingresos no se perciben de forma fija ni sujetos a derechos laborales adquiridos, por eso en principio la fiesta del 1 de mayo, día de reivindicación de los derechos de la clase obrera, no parece que tenga mucho que ver con las gentes del campo.
EL
CAMPO TAMBIÉN REIVINDICA UN SALARIO DIGNO
No hay
duda de que la agricultura y la ganadería es una actividad empresarial y que
como tal los ingresos no se perciben de forma fija ni sujetos a derechos
laborales adquiridos, por eso en principio la fiesta del 1 de mayo, día de
reivindicación de los derechos de la clase obrera, no parece que tenga mucho
que ver con las gentes del campo. Asumimos como empresarios el riesgo, y no
reivindicamos un sueldo como tal, sino que nuestra inversión y nuestro trabajo
se vean justamente retribuidos.
Hoy
ser agricultor conlleva una fuerte inversión en tierra y ganado, maquinaria y
derechos de producción. Hay que afrontar unos gastos muy altos en medios de
producción para sacar adelante las cosechas, hay que pagar rentas altas por las
fincas no propias, y hay que hacer horas de trabajo, más cómodo que en otras
épocas, en labores todavía duras de las que la mayoría rehuyen. Y además, la
incertidumbre constante del clima y de los mercados a los que nunca llegaremos a
entender.
Pero
quiero aquí concretar la cuestión de la que hoy, y teniendo en mente la
festividad del primero de mayo, quiero ocuparme. Y es que si asumimos que el
agricultor es empleado de su propia empresa, la primera de sus reivindicaciones
ha de ser el ver justamente remunerado el tiempo y trabajo que le destina a las
labores agrícolas o ganaderas y me estoy refiriendo a su trabajo físico en la
explotación y no a la gestión empresarial.
Según
los estudios de ASAJA, que son los mejores y los únicos en esta materia, en la
provincia de León el trabajo de los activos de la agricultura y la ganadería
en el pasado año se remuneró con 9.568 euros al año de media. Se ha llegado a
esta cifra después de descontar a las ventas de los productos y las
subvenciones lo correspondiente a los gastos de los medios de producción, los
intereses, impuestos, amortizaciones, seguridad social, costes laborales de
asalariados y la renta de la tierra. La agricultura, y salvo alguna excepción,
está muy lejos de dar beneficios, ya que no consigue tan siquiera remunerar
convenientemente el trabajo de autónomo que está ocupado en su propio negocio.
Por
todo esto, qué sector tiene más razones para reivindicar un salario justo que
el autónomo de la agricultura y la ganadería que trabajando su jornada
completa, en unas explotaciones más larga y en otras más corta, tan sólo
consigue una renta de 9.568 euros al año, frente a los 15.272 euros que según
el informe del CES se percibieron de media en Castilla y León en los sectores
no agrarios en el año 2001. El primero de mayo no es un día de
reivindicaciones agrarias, pero nosotros nos apuntamos a demandar un salario
digno por nuestro trabajo, pues qué menos puede pedir alguien que, además de
trabajar al menos tanto y en condiciones tan duras como la mayoría, invierte un
capital y arriesga en un impredecible mercado.
El
conseguir una renta digna que remunere el trabajo del agricultor ha de ser una
obsesión de organizaciones como ASAJA pero estamos muy lejos de acortar las
enormes distancias que nos separan de otros sectores productivos. Y es que
mientras esto no se logre, el sector agrario no tendrá futuro, pues el que
pueda, que cada vez son más, se marchará a otros sectores en los que,
arriesgando menos, trabajando en el peor de los casos igual, y con más derechos
laborales, consigue al final de mes una remuneración mayor.
León,
30 de abril de 2003.
José
Antonio Turrado Fdez.
Secretario
general de ASAJA de León.