Desconozco la sentencia que ha llevado al ingreso en prisión de Dionisio Elías, quién fuera ejecutivo de una cooperativa de ganaderos de vacuno de leche y después gerente de la Cultural Leonesa.
Dionisio Elías
Desconozco la sentencia que ha llevado al ingreso en prisión de Dionisio Elías, quién fuera ejecutivo de una cooperativa de ganaderos de vacuno de leche y después gerente de la Cultural Leonesa. Supongo que ha sido una acumulación de sentencias, todas ellas relacionadas con lo que podríamos llamar corrupción en el ámbito de lo privado, con matices de apropiación indebida, delito contra la hacienda pública y administración desleal. La justicia llega tan tarde que hoy pocos leoneses recuerdan al sujeto, y la nueva generación de agricultores no sabe de quién le hablas al citar su nombre. Se enriqueció de forma ilícita embaucando a un grupo de ganaderos, les arruinó a ellos y a la estructura cooperativa que crearon, y les trajo de cabeza al hacerlos responsables de sus actos, ya que era tan espabilado que, con todos los poderes, no firmaba en ningún sitio. El principal fraude que cometió, el de eludir la supertasa láctea, no habría sido posible sin las amistades que se había granjeado en el ministerio de Agricultura de los últimos gobiernos de Felipe González. En la imagen de ejecutivo de éxito con despacho en la Plaza de las Cortes Leonesa tuvieron mucho que ver algunos medios de comunicación que contribuyeron a encumbrarlo sin preguntarse qué había detrás de la fachada que pintaba. Y cuando estalló el escándalo de la cooperativa Mansilla Lacto Ganadera, del que el sujeto se sentía a salvo por haberse hecho insolvente, lo contrataron un grupo de empresarios leoneses de la construcción para gerenciar la Cultural. Nunca entendí que los empresarios ficharan a un sujeto que había arruinado a los agricultores llevándose el dinero en beneficio propio, me pareció un gesto de mirarnos por encima del hombro, que seguramente lo fue. En la Cultural, su gestión no fue mejor, y hasta le permitieron una “caja b” con parte del dinero de la taquilla. Bajo su gestión, la entidad entró en concurso de acreedores, y únicamente la salvó la afición. Utilizó a los ganaderos y a los aficionados al futbol para vivir el lujo de un descerebrado. No devolverá lo robado.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 29 de enero de 2016.