La Comisión Europea ha adquirido una especie de compromiso para legislar a favor de suprimir el sistema de producción animal mediante jaulas, que es habitual en determinadas especies, respondiendo de esta forma a una corriente de opinión de asociaciones animalistas que ha conseguido meter mucho ruido y mover conciencias entre los políticos y burócratas europeos. Es probable que por difícil que parezca producir de otra manera, y sobre todo por difícil que parezca producir de otra manera sin encarecer los precios al consumidor, o compitiendo con otros países que seguirán haciéndolo como hasta ahora, la Comisión Europea se apunte a la corriente populista y legisle para quedar bien sin atenerse a las consecuencias. Pensando en los intereses de nuestra provincia, las medidas que adopten pueden suponer un quebradero de cabeza, o si se quiere de cartera, para decenas de explotaciones de producción de conejos, y para cuatro o cinco grandes empresas que explotan granjas de gallinas ponedoras después de invertir algunos millones de euros y generar empleo local. Los textos legislativos tardarán en desarrollarse pero llegarán, y aunque habrá un periodo de adaptación seguramente que de varios años, al final se impondrá la moda hecha reglamento. Mientras Europa camina por estos derroteros, en otras partes del mundo se preparan cada día más para traer sus productos a una Unión Europea que aboga por la apertura de fronteras, cosa por otra parte razonable, pues la globalización es imparable. Será muy difícil que nuestro sector agroalimentario pueda ofertar productos de aquí, de cercanía como ahora gusta llamar, si aquí hay que producir bajo sistemas que son más caros, menos eficientes. La consecuencia más probable es que desmantelemos nuestro sistema productivo, como ya ha ocurrido con otros subsectores, y se deslocalicen nuestras granjas asentándose en territorios emergentes como es Brasil. Territorios en los que hay mucho que andar en el bienestar de las personas, o más concretamente de los niños, antes de llegar a tanta tontería con el bienestar de gallinas y conejos.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 2 de julio de 2021.