Las reivindicaciones que han sacado a los agricultores a la calle no son nuevas, se han expuesto de manera machacona en otras manifestaciones, en distintos cauces de interlocución, en un sinfín de documentos elaborados por el sector, y puedo afirmar que, incluso en los medios de comunicación generalistas de nuestra provincia, sonaban a todos los profesionales que se encargan de la información diaria. No voy a entrar, por ser parte afectada y por falta de espacio, en qué es lo que ha cambiado para que a gente que nunca se había agarrado a una pancarta ahora le haya entrado una vena tan reivindicativa, ni voy a entrar a vaticinar cuánto va a durarle, aunque pienso que gente que dé la cara por el sector y que quiera trabajar por el bien de todos, nunca va a abundar. Me quiero centrar en ese aparente apoyo unánime que ha tenido esa revuelta como si las quejas fueran contra un ente abstracto al que nadie puede poner nombre ni rostro, y que es tan misterioso y desconocido como quienes manejan los grupos de WhatsApp que convocan las protestas. Pues no, en los problemas del campo y por lo tanto en las reivindicaciones, tienen responsabilidad todas las administraciones públicas, incluidas las más cercanas que son los ayuntamientos, y todos los políticos que a un nivel u otro legislan, y lo tienen quienes gobiernan ahora y quienes lo hicieron antes, y en Bruselas se toman las decisiones por un Parlamento con diputados con nombre y apellidos, por un Consejo Europeo donde se sienta nuestro presidente del Gobierno, y por una Comisión que surge del poder político. Esta revuelta popular no ha querido señalar a nadie como culpable, no ha querido centrar el tiro, únicamente lo ha hecho para decir que no quiere organizaciones agrarias, que quiere un movimiento asambleario (en la nube), a modo del 15M, que se cargue las estructuras establecidas y los cauces legales de interlocución. Resulta extraño el proceder en un sector que no deja de ser empresarial, de pequeños y medianos autónomos, de un sector que sabe lo que cuesta conseguir las cosas.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 9 de febrero de 2024.
IMAGEN: CADENA SER LEON