Con motivo de las concentraciones y sobre todo reconcentraciones parcelarias que se han llevado a cabo en muchos de los pueblos agrícolas de la provincia, en los últimos veinte años, que han llevado aparejada la actuación de mejora y trazado de nuevos caminos rurales para acceso a las fincas, no son pocos los ayuntamientos que se han dado cuenta de la importancia de su conservación. Con carácter general, los caminos rurales están abandonados por sus titulares, los ayuntamientos, y muchos de ellos están intransitables por inmensos socavones, crecimiento de maleza que los termina tapando, desprendimientos, arrastres en la capa de rodadura y taponamiento de los pasos de agua, y esto es así tanto en las zonas ganaderas de montaña como en las zonas más llanas de agricultura. Los ayuntamientos tienen la obligación de mantener los caminos rurales en buenas condiciones para el desplazamiento de los que lo necesitan para ejercer su actividad, la agroganadera, o para quienes se quieran desplazar por ellos por la razón que sea, en no pocos casos para actividades de ocio. Muchas veces el mal mantenimiento no es una cuestión de falta de presupuesto, es una cuestión de desidia. También tiene mucho que ver el nivel de exigencia del usuario, pues los agricultores y ganaderos suelen ser más pacientes de lo que lo son otros ciudadanos, vecinos o no, que reivindican hasta los asuntos más nimios. Cuando la Junta de Castilla y León ha hecho y sigue haciendo inversiones importantes en caminos rurales vinculados a las concentraciones parcelarias, con más motivo que nunca hay que garantizar que los ayuntamientos cuiden de esa infraestructura, como tenemos que cuidarla los usuarios, y por esto último es necesario que existan unas ordenanzas reguladoras sobre el uso correcto de estas vías y que haya capacidad para sancionar a quién de forma reiterada daña este bien público por hacer un mal uso del mismo. Por impopular que esto último pueda ser y difícil de ejecutar por una corporación pequeña con pocos medios para ello.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 8 de marzo de 2024