Boñigas

En el informe que presentó el Procurador del Común el pasado martes en el debate monográfico de las Cortes de Castilla y León, celebrado con carácter excepcional en el claustro de San Isidoro de nuestra capital leonesa, hizo mención, entre otras muchas cuestiones, a las quejas de particulares por las molestias ocasionadas por la ganadería en el casco urbano de nuestros pueblos.

Boñigas

En el informe que presentó el Procurador del Común el pasado martes en el debate monográfico de las Cortes de Castilla y León, celebrado con carácter excepcional en el claustro de San Isidoro de nuestra capital leonesa, hizo mención, entre otras muchas cuestiones, a las quejas de particulares por las molestias ocasionadas por la ganadería en el casco urbano de nuestros pueblos. A nadie se le escapa que los animales de granja no están perfumados, que cuando salen a la calle la ensucian con sus excrementos porque no están educados para hacerlo donde le digamos, que ocasionan ruidos, y que les persiguen una legión de moscas y otros insectos. Esto siempre fue así, la diferencia es que antes en todas las casas había vacas y cerdos, y por lo tanto lo veíamos normal, y ahora las cuadras son la excepción y no nos duelen prendas para repudiarlas, siendo incluso peores los que toda la vida tuvieron este oficio. No culpo en mayor medida a quien hizo el chalet en el pueblo al lado de una majada de ovejas, y ahora quiere que clausuren la majada que estaba allí antes de que él llegara, y hasta me compadezco y no critico a ese jubilado que ahora echa pestes de las vacas que llenan la calle de boñigas cuando en su casa, en sus tiempos de ganadero, la ventana de su cocina y la de la cuadra estaban frente por frente. Soportaremos las críticas de gente tan susceptible lo mejor que podamos, esperemos poder contar con el apoyo a nuestra actividad ganadera por parte de las autoridades locales y autonómicas, comprometámonos como ganaderos a ocasionar las menores molestias posibles –algo que se puede y se debe de hacer-, y lamentémonos todos de que en nuestros pueblos apenas queden ganados y ganaderos. Me imagino el futuro más inmediato de cientos de nuestros pueblos y me parece desolador porque, por mucho que se invierta en tener buenas casas y calles bien adoquinadas, si no hay paisanos, animales, fincas cultivadas, prados y huertos, no es un pueblo. Y el que quiera vivir en una urbanización, está en su derecho, que lo haga, pero que no la busque en Balouta.

*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 6 de mayo de 2016.