Aunque parezca extraño, a veces me inspiro en los boletines oficiales para escribir en este espacio de opinión. En el Boletín Oficial de la Provincia son habituales anuncios en los que las juntas vecinales, y excepcionalmente los ayuntamientos, publican las bases para adjudicar la explotación de lo que se ha dado en llamar el servicio de bar o teleclub. Y es que en esos pueblos en los que ya no quedan bares, que en nuestra provincia son mayoría, una alternativa es hacer las inversiones por parte de un ente público, en este caso la junta vecinal, y ceder la explotación a un particular a cambio de una módica renta. Estas facilidades no son suficientes, por lo que alguna entidad local un poco más pudiente, ha llegado a ofrecer tierras del pueblo a quién llegue a regentarlo, y hasta vivienda gratis. Y es que el problema radica en que con escasa población, salvando el mes de agosto, no salen las cuentas, por lo que haces más horas que un sereno y no sacas para vivir de ello, y menos para meter mano de obra. No digo yo que no le hayan puesto mucha ilusión determinados pedáneos para adecentar y rehabilitar edificios públicos para estos fines lúdicos, y no digo que no haya familias que hayan pensado que esta podía ser su forma de vida, pero la realidad es que, en la mayoría de los casos, la fórmula más pronto o más tarde fracasa, y otra vez nos quedamos sin el bar. La otra alternativa es que el local se auto gestione por los pocos que viven en el pueblo, sustituyendo al camarero por las máquinas expendedoras y cafeteras de monedas. Para que esta fórmula funcione, que es la que nos recuerda los teleclub de los años setenta, tiene que haber alguien que de forma altruista esté dispuesto a dar su tiempo por la causa, alguien que organice, abra y cierre la puerta. Cuando esto ocurre, suele ser en la persona de un jubilado que ve en ello una buena fórmula para matar su mucho tiempo libre, y desde luego la labor es encomiable y se le debe de agradecer. Porque hoy nadie duda que un bar en el pueblo es un servicio social más, que debe de estar apoyado a todos los niveles.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 21 de junio de 2024.