Por si teníamos poco con las consecuencias en la agricultura de una sequía sin precedentes en los últimos veinticinco años – algo parecido se vivió en mil novecientos noventa y dos-, en la madrugada de ayer jueves los termómetros bajaron en muchos puntos de nuestra provincia hasta niveles de bajo cero, es decir, que heló.
Bajo cero
Por si teníamos poco con las consecuencias en la agricultura de una sequía sin precedentes en los últimos veinticinco años – algo parecido se vivió en mil novecientos noventa y dos-, en la madrugada de ayer jueves los termómetros bajaron en muchos puntos de nuestra provincia hasta niveles de bajo cero, es decir, que heló. Después de unas semanas más que primaverales, con temperaturas de hasta veintiséis grados por el día y suaves por la noche, el campo se ha adelantado en exceso. Por eso lo peor que nos podía pasar es que estos días, de descensos generalizados de los termómetros anunciados por todos los partes meteorológicos, era que se produjeran heladas que dañaran esas cosechas que por ahora no se han visto afectadas por la falta de agua. Los momentos son críticos sobre todo para la viña, cuyos tiernos zarcillos no aguantan temperaturas negativas, son críticos para los frutales, ahora en las primeras fases del cuajado, críticos para las remolachas y patatas, algunas recién nacidas, y en un momento determinado hasta para los forrajes y cereales. A primera hora de ayer comenzaron a llegar las organizaciones agrarias las primeras quejas de los agricultores afectados por los daños en sus cultivos, y ahora habrá que esperar lo necesario para ver la evolución de la planta, y para ver si, como ocurre tras un terremoto, en la madrugada de hoy viernes y sucesivas, se produce una “réplica”. Pero por bien que esto se arregle, el año agrícola “va a ser de piojos”, y como dice el refrán, “si está de piojos, no vale con cambiarse de ropa”. Sequía, heladas, adelanto estacional, algún golpe de calor y seguramente más de una tormenta de pedrisco, se van a convertir en la pesadilla de los agricultores de la provincia en esta campaña donde las cosas, por bien que se arreglen, desembocarán en pérdidas millonarias. Este sector, que factura en un año normal entre seiscientos cincuenta y setecientos millones de euros, a duras penas podrá vender para cubrir una pequeña parte de los gastos. Una nueva lección de que esto del campo es muy difícil.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en la Nueva Crónica del viernes 28 de abril de 2017.