La organización agraria ASAJA continúa esta semana con su programación de reuniones informativas sobre la nueva PAC. Desde que se comenzara el 12 de septiembre en Valencia de Don Juan, se han celebrado 43 reuniones, la mayoría en las aulas de formación de las oficinas de ASAJA en la capital y en comarcas, con la participación de 946 agricultores y ganaderos de todos los puntos de la provincia. Esta semana la actividad informativa se lleva a Valdepiélago, Villamanín, La Magdalena, San Emiliano y Villablino.
La PAC que entrará en vigor para 2023 tendrá una especial complejidad también en el sector ganadero para gestionar las ayudas que llegan a través de los denominados eco regímenes o eco esquemas, y parte de esa complejidad viene derivada de la estructura de la propiedad, que se caracteriza, por un lado, por ser pastos comunales y por otro por ser fincas de prado o pastos de particulares de reducidas dimensiones. La propiedad apenas representa el 5% de la superficie declarada, mientras que el 95% restante son pastos arrendados o adjudicados en subastas por parte de las juntas vecinales.
Los ganaderos de la montaña están preocupados por los altos costes de producción ya que los forrajes que compran para suplementar la alimentación de los animales en una gran parte del año, sobre todo el invierno, se han encarecido un 85 por ciento respecto a los precios de hace un año. La gran demanda de forrajes, debido a la escasa cosecha de heno en los prados de montaña y a la mala cosecha de forrajes en las zonas agrícolas, han disparado los precios de la materia prima, a la vez que se ha encarecido también el transporte desde los almacenes de los agricultores que los producen hasta las ganaderías.
El elevado número de jóvenes que se han incorporado a la ganadería en las zonas de montaña en los últimos años, que en sí es un hecho muy positivo, ha creado una presión desmedida para hacerse con tierras de pastoreo y de prados, lo que ha elevado los arrendamientos a precios hasta hace poco impensables. Estos arrendadores de pastos, que mayoritariamente son juntas vecinales, se están quedando con una buena parte de los ingresos de los ganaderos hasta el punto que a muchos de ellos ya no le salen las cuentas.
A esta situación hay que sumar la presión que está ejerciendo sobre la cabaña ganadera la presencia del lobo y otros animales salvajes como el oso, ocasionando daños a diario que nadie compensa, y los daños que el jabalí y otras especies cinegéticas ocasionan en los prados de siega.
Los precios de la carne han subido, pero no lo suficiente como para compensar el mayor coste de la alimentación y de otros insumos de las ganaderías, por lo que la rentabilidad es menor que en etapas anteriores, a la vez que el riesgo es mayor al necesitar más inversión y más capital circulante.
ASAJA. León, 8 de noviembre de 2022.