Agricultores de 51 países alcanzan en Ginebra un acuerdo histórico en el que recuerdan que la ronda Doha es una ronda de desarrollo y no de acceso a los mercados
Agricultores de 51 países alcanzan en Ginebra un acuerdo histórico en el que recuerdan que la ronda Doha es una ronda de desarrollo y no de acceso a los mercados
ACUERDO HISTÓRICO DE LOS AGRICULTORES DE 51 PAÍSES PARA DEFENDER LA CONTINUIDAD DE LA ACTIVIDAD AGRARIA
El vicepresidente del COPA, Ricardo Serra, considera que el acuerdo es un hito y defiende el derecho de los estados a la soberanía alimentaria
Ginebra (Suiza), 23 de marzo de 2006.- Un total de 51 países integrados en la Organización Mundial de Comercio (OMC) han alcanzado hoy en Ginebra un acuerdo para defender la soberanía alimentaria y la estabilidad de la oferta de alimentos a precios razonables en cada uno de sus países, así como el derecho de cada país a establecer una serie de productos sensibles o especiales. Todos estos países consideran que la agricultura es un sector estratégico, al igual que el energético, básico para garantizar la alimentación de los pueblos y la ocupación del territorio, por lo que consideran que debe tener un tratamiento diferenciado en los acuerdos comerciales que promueve la OMC y han recordado que la ronda de Doha es una ronda de desarrollo y no una ronda de acceso a los mercados, puesto que el acceso a los mercados no es ninguna garantía para el desarrollo.
El vicepresidente nacional de ASAJA y vicepresidente del COPA, Ricardo Serra, ha firmado hoy este acuerdo, junto al responsable de las cooperativas agrarias europeas, el irlandés Donal Cashman, en representación de los agricultores europeos. El acuerdo ha sido suscrito por los representantes de los agricultores de 51 países de todo el mundo. Es la primera vez que los agricultores de países tan diversos como Japón, Sri Lanka, Kenia, Islandia, India, Ruanda, Canadá, Tanzania o EE.UU. alcanzan un acuerdo conjunto con el objetivo de garantizar el futuro de la actividad agraria, una actividad que por sus peculiaridades está sujeta a una serie de imponderables que la distinguen del resto de actividades económicas y le otorgan un carácter de actividad especialmente sensible, por lo que debe contar con un tratamiento diferenciado en esta ronda negociadora.
En el documento suscrito, los firmantes declaran, entre otras cuestiones, que:
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Las preocupaciones no comerciales
(seguridad alimentaria, bienestar animal, medio ambiente y desarrollo rural) deben ser tenidas en cuenta y deben estar reflejadas en las modalidades agrícolas para la aplicación de los acuerdos.
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El comercio mundial de la producción agraria beneficia tan sólo a unos pocos países, por lo que el afán de estas potencias agrarias por expandir sus exportaciones no debe estar por encima de las preocupaciones agrarias del resto de países.
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Las características de producción de cada país deben ser tenidas en cuenta a la hora de establecer unos tipos y niveles de aranceles.
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Hay que dejar margen a los estados miembros de la OMC para establecer una serie de productos sensibles o especiales.
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Las reformas de las políticas agrarias ya efectuadas y sus cesiones o avances
(caso de la PAC en la Unión Europea) deben ser tenidas en cuenta ya en estas negociaciones.
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Debe ofrecerse un tratamiento especial y diferenciado a los países más pobres que contemple inversiones en instrumentos de desarrollo rural que permitan mejorar sus estructuras e infraestructuras.
Los firmantes quieren dejar constancia de que el libre comercio de productos agrarios beneficia exclusivamente a las grandes multinacionales y a unas pocas explotaciones agrícolas sobredimensionadas (ubicadas en países como Brasil y Argentina), mientras que perjudica gravemente a los países más pobres, que contemplan como estos acuerdos para la liberalización del comercio mundial dejan en papel mojado los acuerdos de comercio preferencial que tienen firmados con los países más desarrollados (como el acuerdo firmando por algunos de estos países con la UE denominado «Todo menos las armas») por lo que en un contexto de liberalización global ellos no podrían competir con las grandes potencias agrarias, lo que supone una auténtica amenaza para su propio desarrollo.