Es una obligación de las administraciones públicas y un deber ciudadano trabajar a favor de la conservación y mejora del medio ambiente.
ACCIDENTES POR ANIMALES SILVESTRES
Es una obligación de las administraciones públicas y un deber ciudadano trabajar a favor de la conservación y mejora del medio ambiente. Esto supone adoptar medidas para que las especies animales que se encuentran en libertad sigan teniendo su espacio, se mantengan y conserven, y en ningún momento corran el riesgo de extinguirse. Pero no es una obligación, y seguramente no es bueno medioambientalmente, propiciar sobrepoblaciones que rompen el equilibrio de la naturaleza y que llevan a censos que nunca han sido los habituales, tan siquiera si nos remontamos medio siglo atrás. No es bueno un excesivo censo de los animales salvajes para los intereses agrícolas y ganaderos, supongo que tampoco para los forestales, pero menos para los ciudadanos que, con más frecuencia de la deseada, nos encontramos de frente con un animal silvestre delante de nuestro coche por cualquier carretera de la provincia. Porque la sobrepoblación que tenemos actualmente de especies salvajes, la mayoría cinegéticas, son la causa del abultado censo de accidentes por animales en las carreteras, y que el Delegado del Gobierno ha cifrado en casi mil quinientos el pasado año en nuestra provincia. Casi cuatro accidentes diarios con riesgo cierto de perderse vidas humanas y sin duda altos daños materiales, alto coste sanitario, es un dato suficientemente alarmante como para que nos planteemos si la política que estamos llevando a cabo en materia de medio ambiente es o no acertada.
Nuestros pueblos se quedan sin gente, se quedan sin servicios públicos, se quedan sin actividad económica, pero el monte invade tierras que antes eran de cultivo, un monte que pronto o tarde será pasto de las llamas, y que mientras tanto ocupan unos animales salvajes que en muchos casos nunca ocuparon esos territorios y desde luego nunca en número tan elevado. No creo que esta sea la biodiversidad que hay que potenciar, la de introducir especies que nunca ocuparon el lugar, no creo que aporten nada bueno, y por el contrario, causan daños en ganados y cultivos, son especies difusoras de enfermedades que comparten con los animales domésticos, y sobre todo, en nuestras carreras, siegan vidas humanas, dejan heridos y mutilados y unos daños materiales altísimos. Y lo malo de esto es que pudiendo, nuestras autoridades no hacen nada por evitarlo, así que a cruzar los dedos para que no se nos plante un jabalí en mitad de la carretera y ocurra lo peor.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 26 de abril de 2013.