Andamos en la provincia un tanto revueltos con eso de la Fundación Villalar pensada y creada para promover un sentimiento regional de todos los castellanos y leoneses. Se trata de buscar aspectos que nos unan para que todos nos sintamos a gusto bajo un paraguas único en el ámbito político y administrativo.
A
VILLALAR, COMO MUCHO, POR PATATAS DE SIMIENTE.
José
Antonio Turrado*
Andamos
en la provincia un tanto revueltos con eso de la Fundación Villalar pensada y
creada para promover un sentimiento regional de todos los castellanos y
leoneses. Se trata de buscar aspectos que nos unan para que todos nos sintamos a
gusto bajo un paraguas único en el ámbito político y administrativo.
Tengo
que comenzar diciendo que el campo, al menos el que representa ASAJA, nunca ha
estado en la fiesta de Villalar, ni falta que nos hace, y que lo único que
sabemos de esa localidad Vallisoletana es que tiene unos envidiables sistemas de
riego que vemos desde la autovía A-6, y que en su productivo campo se cultivan
con éxito más o menos los mismos productos que tenemos aquí. Pero nosotros,
las gentes del campo de León, nunca hemos estado en la romería de Villalar, y
siempre hemos preferido, por ejemplo, la de Castrotierra, Camposagrado, la de
Valdorria, ir a la feriona de Villablino, o a la feria de febrero de Valencia de
Don Juan.
Y
digo yo que ese sentimiento de comunidad que tratan de impulsar de una forma
artificial y desde el inicio fracasada, los políticos de Valladolid, debería
de hacerse no en Villalar sino en Fuensaldaña. Y lo digo porque en Fuensaldaña,
sede de las Cortes regionales, se puede decidir sobre el reparto del
presupuesto, sobre unas u otras decisiones políticas que atenúen
desigualdades, y eso sí que contribuye a crear sentimiento de región.
Como
leonés, me sentiría más de Castilla y León si la autovía que unirá León
con Valladolid se hubiese comenzado por Arcahueja en vez de hacerlo por
Zaratán, donde ya están las máquinas trabajando desde hace tres semanas.
Estimularía mí espíritu regionalista si la sede del Instituto Tecnológico
Agrario, de reciente creación, se hubiese ubicado en León con sus dos
centenares de trabajadores en vez de ubicarse a la chita callando en la
localidad vallisoletana de Zamadueñas; instituto que por varias razones va a
centrar en los próximos diez años el setenta por ciento de su trabajo en
León. Me sentiría con espíritu regionalista si en Fuensaldaña se adoptasen
medidas para que León no siguiese perdiendo cuota lechera en beneficio de otras
provincias de la región, pues mientras hace no tantos años representábamos el
cincuenta por ciento de la producción de leche regional, ahora a duras penas
sobrepasamos el veinticinco por ciento. Fomentar el espíritu regional es apoyar
en Fuensaldaña la transformación de secanos a regadíos y la modernización de
los que ya tenemos para que nuestro campo sea tan productivo como el de otras
provincias y se eleve el nivel de renta de nuestros agricultores, el más bajo
de toda la región junto con la provincia de Zamora. Nuestros agricultores se
sentirían más castellano y leoneses si no fuésemos la región con más
carencias en el medio rural – motivado en parte por ser una provincia grande,
con muchos núcleos de población, despoblada y con orografía difícil -, sin
que se vean políticas que incidan en acortar las desigualdades existentes.
Para
que no haya dudas de interpretación, declaro considerarme Catellano y Leonés,
y declaro compartir la cultura y las tradiciones y toda la riqueza histórica de
esta artificial región. Llevo, como la mayoría de los que hemos nacido y
vivimos en esta tierra, el sentimiento leonesista en la sangre, y de este tipo
de sentimientos siempre sabemos más los de los pueblos que los de la capital.
Pero dicho esto, tengo que manifestar que la política que se ha llevado a cabo
en esta región no ha estado pensada para corregir los desequilibrios en
aspectos económicos y sociales que se dan en todos los órdenes de la vida,
también en la agricultura, y que siguen teniendo a la provincia de León como
la gran damnificada.
La
provincia de León en general, y el sector agropecuario provincial en
particular, están maltratados por la política que se hace desde Valladolid. Y
no debemos de resignarnos a que siga siendo así, ni debemos de sentir complejo
alguno para defender lo nuestro, pese a quien pese, militemos o no en un partido
político, y sea cual sea nuestra ideología. Por eso, y en medio del revuelo
creado con la fundación, nosotros lo que tenemos que pedir es más Fuensaldaña
y menos Villalar. Nuestros problemas se arreglan poniendo las
"razones" encima de los escaños de Fuensaldaña y no bebiendo vino en
bota y cascando avellanas en la romería pagana de Villar. A Villalar, como
mucho, por patatas de simiente.
León,
27 de marzo de 2003
*Secretario
general de ASAJA de León