En la feria del vino de Valencia de Don Juan, del pasado fin de semana, si hubo un claro triunfador fue el vino blanco de la variedad de uva Albarín. Los cambios de hábitos en el consumo del vino de los últimos año, con una tendencia al mayor consumo de vinos blancos, sobre todo entre la población más joven y entre el sexo femenino, ha jugado a favor de quienes con visión de futuro apostaron en su día por esta desconocida variedad, al menos desconocida para el gran público, que tanta aceptación está teniendo. Pienso que se pide un Albarín porque es un vino que gusta, pero también se pide para no caer en la tentación de pedir un Verdejo, muy rico por cierto, pero que los leoneses asociamos a Valladolid y rápidamente se agolpan en nuestra mente todos los agravios, los reales y los imaginarios. Una vez que ha quedado probado que la uva de Albarín reúne cualidades y que los bodegueros han sabido transformarla en un vino que compite con los mejores blancos del país, lo que toca es ampliar el negocio, producir vino para que sean muchos los que puedan consumirlo y consecuencia de ello se convierta en un buen negocio. Porque, tanto en esta variedad como en la de Godello, buque insignia de los blancos del Bierzo, si no plantamos viñas y elaboramos mayores cantidades, el día que nos pongamos a beber nos dirán eso de que la cosecha está agotada, o lo que es peor, nos venderán unos caldos fraudulentos. Nuestros blancos, los de Godello y los de Albarín, nunca podrán competir en cantidad con los verdejos de Rueda cuyas cepas crecen en grandes plantaciones, pero para ser relevantes en los mercados nacionales y hacer unos pinitos en los internacionales, se necesita planta o injertar para que exista materia prima. Y el agricultor planta y cuida la viña cuando alguien le compra el producto y se lo paga por lo que vale, cuando ve una rentabilidad, y cuando esa ansiada estabilidad lo es a medio plazo, pues estas inversiones no se amortizan ni fácil ni pronto. Esto lo saben las bodegas, pero pocas lo están poniendo en práctica.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 3 de agosto de 2018.