La Universidad de León tiene programado un curso de verano en Santa María del Páramo para estudiar el fenómeno socioeconómico de la implantación y desarrollo de los regadíos de El Páramo. El fenómeno económico es algo obvio, pero no por ello deja de merecer la pena recordarlo, y el fenómeno sociológico creo que es digno de estudio y ha de formar parte de la memoria histórica de la provincia de León, como sin duda lo es también la situación traumática que supuso desalojar de sus tierras a quienes tuvieron que sacrificarse para que se construyeran los pantanos. La política hidráulica de la provincia de León debería de ser ensalzada cada día y sus responsables homenajeados, y no ocurre así por la simple razón de que las decisiones y obras más importantes se adoptaron en su día por responsables de un gobierno en régimen de dictadura. Obviando esa cuestión, las dos decisiones más importantes que se han tomado en la provincia de León, en materia agraria, a lo largo de la historia, siguen estando hoy plenamente vigentes: las concentraciones parcelarias con sus correspondientes infraestructuras, y la transformación de secanos en regadíos. A un agrarista nos es indiferente si eso se tomo bajo un gobierno u otro, lo que nos interesa es que la decisión fue acertada, que con la perspectiva del tiempo hay que decir que fue más acertada todavía, que ha sido la tabla de salvación del campo mucho más de lo que lo han sido las ayudas de la PAC, y que gracias al agua y a las concentraciones parcelarias hoy sigue habiendo agricultores y ganaderos y de una forma u otra estamos compitiendo con todos los territorios de dentro y fuera de nuestras fronteras. No sé a qué conclusiones llegarán en el curso de verano de la ULE, pero la provincia de León sin sus pantanos sería un desierto, un campo en el que apenas podrían pastar unas ovejas y cabras, y donde los agricultores actuales no seríamos agricultores, y nuestros padres agricultores habrían sido hijos del éxodo a la España industrial o la Europa más desarrollada.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 13 de julio de 2018.