EN DEFENSA DE LOS AHORRADORES

En nuestro país no está bien visto tener unos ahorros, y no me refiero a los insultantemente ricos, que esos por supuesto tampoco, me refiero a familias normales de gente trabajadora que gastan menos de lo que ganan y lo guardan ante necesidades futuras.

EN DEFENSA DE LOS AHORRADORES
 
En nuestro país no está bien visto tener unos ahorros, y no me refiero a los insultantemente ricos, que esos por supuesto tampoco, me refiero a familias normales de gente trabajadora que gastan menos de lo que ganan y lo guardan ante necesidades futuras. Nuestra cultura, la de las últimas décadas, ha sido vivir a crédito, disponer de más bienes de consumo de los que inicialmente podemos pagar e incluso que podemos necesitar. Y digo esto porque la situación que atraviesan los ahorradores que adquirieron participaciones preferentes y ahora están atrapados en ellas, me ha llevado a no pocas reflexiones, entre otras la vergüenza que sienten algunas personas a que en la calle se sepa que tienen dinero. Yo, que estoy absolutamente de parte de estos preferentistas a los que por lo general le ha engañado la entidad que le ha colocado el producto, y por tanto le ha estafado, no entiendo cómo no hay más protestas en la calle, cómo no hay más grupos organizados exigiendo a las entidades y al Gobierno que le devuelvan los suyo, que le devuelvan sus ahorros. O mejor dicho si lo entiendo: la gente no quiere salir en los periódicos y que los identifiquen como alguien que tiene o tenía dinero, que tenía unos ahorros. Y esto es lo que no comprendo, que lo que es una virtud se convierta en un  vicio o defecto a los ojos del ciudadano de la calle, y que por tanto si a alguien no le devuelven un depósito que era de él, no nos parezca mal, o al menos no nos parezca tan mal como cuando desahucian al vecino por un crédito que ha dejado de pagar. No nos extrañe que los ahorradores estén mal vistos, pues cuando los políticos hacen pública su declaración de bienes, nos caen simpáticos los que están con una mano detrás y otra delante, y criticamos al que tiene algo en propiedad aunque se lo haya ganado por su esfuerzo y valía.
 
La solución a muchos de nuestros problemas tendrá que venir necesariamente por la vía del ahorro, del ahorro en nuestras economías domésticas, en las instituciones y en las empresas. Y si esto es así, tenemos que empezar por creérnoslo, y no nos lo estaremos creyendo mientras que un ahorrador al que han estafado no pueda manifestarse en la calle con la complicidad del ciudadano que pasea por la acera. De ese ciudadano que hoy, en voz baja, se despacha con un ¡que se jodan!.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 12 de abril de 2013.