No me refiero, con lo de triperos, a quienes estos días tan señalados podamos hacer excesos con las comidas, excesos que si únicamente son estos días, bien perdonados están. Me refiero a quienes de dedican, por profesión o negocio, a la transformación y comercialización de las tripas, por supuesto de animales de abasto
TRIPEROS
No me refiero, con lo de triperos, a quienes estos días tan señalados podamos hacer excesos con las comidas, excesos que si únicamente son estos días, bien perdonados están. Me refiero a quienes de dedican, por profesión o negocio, a la transformación y comercialización de las tripas, por supuesto de animales de abasto. Esto de las tripas es un negocio como tantos otros, y bien se han ocupado de recordárnoslo desde la asociación que aglutina este gremio, que se llama Aetrin, con una página completa de publicidad, el pasado viernes, en el ABC, el periódico amigo de La Nueva Crónica. Esto de las tripas, reconocerán conmigo los de la asociación, no es un negocio muy glamuroso, por lo que es normal que su anuncio me choque en medio de tanta publicidad que estos días incita al ocio y al consumo placentero.
El mensaje de esta asociación de triperos no era otro que difundir las bondades de la tripa natural con respecto a la sintética en su uso para la elaboración de embutidos. Anuncio oportuno en el tiempo por ser la época de las matanzas, y del que yo tomaré buena nota cuando dentro de unos días visite el establecimiento tradicional del “aceitunero” de Mansilla, uno de los más afamados de la provincia para hacer este tipo de encargos. Pero además de dirigirse a los compradores de tripas, se dirigía la asociación a los compradores de embutidos, y nos alertaba como consumidores, o nos educaba, para saber qué estamos comprando cuando echamos unas corras de chorizos a la cesta. Supongo que no será fácil distinguir, en el rico embutido leonés, cual lleva plástico en el envoltorio y cual tripa de vaca, duda que se despejará en 2015 cuando por normativa haya de figurar en el etiquetado.
Yo, que soy entendido en la cría ganadera, en el embutido casero, y que superé con éxito –no sin dificultades- el examen de bromatología del profesor Benito Moreno, me sorprendo como el que más con la cantidad de cosas que no se sobre los alimentos. Cierto que esto de la tripa es porque nunca me lo había planteado.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 20 de diciembre de 2013.