Con gran diferencia sobre el resto, el maíz es el cultivo que predomina en el campo de León, tanto por la superficie que ocupa como, sobre todo, por lo que aporta a la producción final agraria.
EL MAÍZ SIGUE CRECIENDO
Con gran diferencia sobre el resto, el maíz es el cultivo que predomina en el campo de León, tanto por la superficie que ocupa como, sobre todo, por lo que aporta a la producción final agraria. Cuando finalicen las siembras, ahora en pleno auge, se habrán destinado a este cultivo este año 2014 más de 70.000 hectáreas, batiendo un nuevo record. Esta inmensa superficie de maíz que ocupa la mayoría de las tierras de nuestros regadíos nos convierte en la principal provincia productora, a gran diferencia de Huesca que es la segunda, y posiblemente no exista una concentración del cultivo como esta en toda Europa. El buen hacer de nuestros agricultores, su profesionalidad, junto a avances en el campo de la mejora genética de las semillas, unido a las modernas infraestructuras de riego que se están imponiendo en nuestros campos, los rendimientos por hectárea están creciendo cada año paliando en parte la caída de la renta por los estrechos márgenes que quedan al descontar a los ingresos unos elevados costes de producción y unas fuertes inversiones en maquinaria.
Dado el peso del cultivo en la agricultura de la provincia, cualquier factor que influya sobre el mismo puede tener efectos de gran transcendencia en las economías de nuestros agricultores. Por eso hay que prestar una especial atención a unos mercados que están globalizados y donde el maíz, principal cereal que se produce en todo el mundo, oscila en sus cotizaciones en los mercados de futuros tan imprevisiblemente como lo hacen las cotizaciones bursátiles. No somos ajenos a una política europea que ha impuesto una moratoria en el desarrollo de la tecnología transgénica, cuando en medio mundo se está utilizando con gran éxito agronómico y en Europa importamos parte de esas producciones. Y nuestros agricultores productores de maíz no son ajenos tampoco a decisiones políticas sobre el reparto de las ayudas compensatorias de la Política Agrícola Común, a restricciones en el uso de fitosanitarios, a la política de desarrollo y modernización de los regadíos o a la regulación de las tarifas eléctricas.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 9 de mayo de 2014.