Al Partido Popular le ha salido un competidor en los procesos electorales, algo que antes no tenía.
Ciudadanos
Al Partido Popular le ha salido un competidor en los procesos electorales, algo que antes no tenía. Un competidor con el que va a tener que compartir una parte de su electorado de centro, entre los que nos incluimos muchos que a veces hemos votado tapando la nariz, o tapando los ojos, o que hemos votado en blanco porque no nos veíamos representados en los nuestros. Y esto no quiere decir que ahora estemos entusiasmados porque haya otra opción en nuestro espectro ideológico y que tengamos decidido el cambio de voto, quiere decir que ahora podremos elegir al mejor, o elegir al menos malo. La candidatura de Ciudadanos se recibe con simpatía por quienes, sin militar en el PP, estamos situados en un centro derecha del espectro político y no nos escuecen determinados principios de los que se ha apoderado la socialdemocracia. Claro que estas opciones políticas de nuevo cuño también pueden pifiarlo a la hora de elegir a los candidatos, y no me refiero al que se cayó de la lista local de León por presiones mediáticas, sino a los que puedan venir ahora. Creo que en el Partido Popular no se han enterado de estos fenómenos sociopolíticos y que están afrontando una confección de candidaturas y programas trabajando por inercia, con un agravante, que siguen desconcertados y descoordinados, no existe un liderazgo efectivo, no están motivando a las bases, y los presuntos equipos de campaña son grupos heterogéneos que se miran unos a otros con el rabillos del ojo. Es difícil entender que después de cuatro años vendiendo buena gestión en Diputación y Ayuntamiento, ahora eso ya no sea un valor y se presuma de volver a situaciones anteriores de populismo y despilfarro. Es difícil entender que la renovación suponga seguir los mismos cambiando de cargo institucional, y es mucho más difícil entender que en un partido político de gobierno no haya cantera y una misma persona tenga que prodigarse en distintos carteles electorales. Mal ejemplo para quienes han dado siempre la cara en política sin pedir nada, y mal ejemplo para unos jóvenes entusiastas y preparados a los que no les abren tan siquiera una ventana.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en la Nueva Crónica del viernes 27 de marzo de 2015