No es fácil explicar en unas líneas la crisis del sector lácteo, pero las cifras con contundentes: hace año y medio la leche se pagaba al ganadero casi a 40 céntimos de euro el litro, hace un año ya andaba por los 36, y el mes de junio pasado se liquidará a 29 céntimos.
Crisis láctea
No es fácil explicar en unas líneas la crisis del sector lácteo, pero las cifras con contundentes: hace año y medio la leche se pagaba al ganadero casi a 40 céntimos de euro el litro, hace un año ya andaba por los 36, y el mes de junio pasado se liquidará a 29 céntimos. Es bastante menos de las 55 pesetas que cobraban nuestros ganaderos hace ahora veinticinco años. Y para que lo que digo sea creíble, tengo que explicar cómo es posible que ante esta situación el ganadero no se arruine y cierre la explotación. En primer lugar, hay que decir que se arruina, es únicamente una cuestión de tiempo, y cientos de ganaderías han cerrado en los últimos años porque no le salían las cuentas, y es verdad también que las más eficientes y menos endeudadas aguantan mejor. Y en segundo lugar, y este es el kit de la cuestión, las ganaderías están aguantando porque en las explotaciones hay una parte agrícola productora de forrajes que es la que sostiene el negocio. Las explotaciones de trescientas vacas, de las cuales pueden ser de ordeño unas doscientas, tienen una parte agrícola de al menos cien hectáreas, de regadío o su equivalente, que forman parte del todo. Es la producción de esta parte agrícola de la explotación la que está impidiendo la quiebra económica, pero este paraguas únicamente se puede utilizar un tiempo corto, pues nadie tiene vacas para que se coman, sin rentabilidad adicional y valor añadido, lo que producen sus tierras. Nadie tiene vacas, con una inversión específica próxima a los dos millones de euros y atrapado en los bancos, y con una carga laboral de dos o tres trabajadores, para ganar lo mismo que un agricultor que arriesga menos, no tiene problemas laborales, tiene días libres, y si quiere hasta se puede permitir unas vacaciones. En crisis anteriores, cerraron o se reestructuraron cientos o miles de ganaderías inviables a medio plazo, e incluso esto se hizo sin perder capacidad productiva. Ahora, los que cierran son los mejores. No le merece la pena tanto sacrificio y esfuerzo para nada.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 17 de julio de 2015.