Una vez más la comunidad internacional no será capaz de llegar a acuerdos para dar solución a los grandes desafíos de la humanidad.
Desafíos mundiales
Una vez más la comunidad internacional no será capaz de llegar a acuerdos para dar solución a los grandes desafíos de la humanidad. Está ocurriendo esta semana y la anterior, en la reunión que se celebra en París, para abordar las soluciones a los problemas del cambio climático. El mundo tiene capacidad para solucionar sus grandes problemas, pero esa solución no llega nunca por falta de entendimiento entre los distintos países, y no hay acuerdos ni en encuentros bilaterales, ni cuando interviene la Organización de Naciones Unidas. No tenemos respuesta al gravísimo problema del hambre en el mundo, cuando nuestros agricultores serían capaces incluso de generar excedentes, no solucionamos los millones de muertes que se producen cada año en enfermedades infecto contagiosas ya erradicadas o al menos controladas en los países más desarrollados, no somos capaces de dar una respuesta única y eficiente al problema del terrorismo internacional, ni somos capaces de obligar a que se instauren regímenes políticos democráticos donde siguen campando a sus anchas los dictadores. Esto ocurre porque el planeta Tierra no es de nadie, lo tenemos troceado y como mucho respondemos a la parte en la que vivimos, y el resto nos es indiferente. Incluso conseguimos que nos sea indiferente en los tiempos en que vivimos donde la tecnología nos acerca la realidad más lejana con absoluta nitidez y en tiempo real, lo que hace pensar qué haríamos si las noticias que remueven conciencias llegaran tarde, mal y únicamente a unas minorías, como ocurrir hace un siglo. Si esta semana se cierra la Cumbre del Clima de París, como todo parece indicar, con un documento de compromisos de mínimos, sin entrar de lleno en el problema y aportar soluciones creíbles, estaremos ante un fracaso sin paliativos que debería de avergonzar a nuestros políticos y avergonzarnos a todos los ciudadanos de los políticos que tenemos, al menos en los países en los que democráticamente los hemos elegido. Y no nos engañemos, seguramente que toda la culpa no es de Estados Unidos, ni de Europa, aunque es normal exigir más a quién más puede.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 11 de diciembre de 2015.