He leído en este mismo periódico una noticia sobre la iniciativa del equipo de gobierno del ayuntamiento de Fabero para llevar bares o establecimientos análogos a los pueblos del municipio que no lo tienen.
Pueblos sin bar
He leído en este mismo periódico una noticia sobre la iniciativa del equipo de gobierno del ayuntamiento de Fabero para llevar bares o establecimientos análogos a los pueblos del municipio que no lo tienen. Supongo que no es fácil, que si la iniciativa privada no ha visto negocio será porque no lo hay, y no es probable que una administración local pueda abrir un local en cada pueblo a base de un barman funcionario. Pero si alguien tiene una buena idea, sería bueno que la contase y que se exportase, porque la presencia de un bar en los pueblos es hoy un servicio de primera necesidad que no se sabe cuánto vale hasta que no se pierde. La solución no será abrir bares subvencionados, pero un incentivo sería proporcionarle local gratis, de esos que en la mayoría de los pueblos ya existen y están cerrados al uso casi todo el año, sería buen incentivo no cobrarle ningún tipo de impuesto, y por supuesto permitir abrir el negocio sin la obligación de cotizar a la Seguridad Social cuando se tiene otra actividad por la que ya se cotiza o se está jubilado, o al menos una tarifa plana que resulte asumible. Y si esto es poco, fórmulas habrá de colaboración para que el ayuntamiento pueda dar una ayuda que permita mantener abierto un local que no es otra cosa que un centro de reunión y socialización de los pocos y ancianos vecinos que quedan en la mayoría de nuestros pueblos. Aún así esto no es suficiente. Nadie se va a embarcar en abrir un establecimiento público en un pequeño pueblo de nuestra provincia, con unas muy limitadas expectativas de lucro, si se exigen las mismas normas que a un establecimiento de la calle Ordoño de nuestra capital. No creo que para tomar unas cervezas, jugar la partida y degustar un café, en pequeños pueblos de nuestra provincia, se necesite algo más que un pequeño local, limpio y con un aseo mixto situado en una esquina, y una estufa que dé calor en invierno. Pero la realidad es que si alguien toma la iniciativa y se arriesga a abrir un bar en el pueblo, le vuelven loco a papeles y tiene a los de la Junta todos los días en casa.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado para La Nueva Crónica del viernes 8 de enero de 2016