Dice la estadística del Ayuntamiento que cada leonés, de la capital, gasta una media de 129 litros de agua diarios, y que eso está por debajo del consumo regional y nacional
Gasto en agua
Dice la estadística del Ayuntamiento que cada leonés, de la capital, gasta una media de 129 litros de agua diarios, y que eso está por debajo del consumo regional y nacional. Pues bien, dando por sentado que tenemos la suerte de beber agua de gran calidad, que por otra parte es lógico al ser uno de nuestros grandes recursos naturales, creo que agua hay que gastar la necesaria, ni una gota menos, y que el consumo es un indicador de bienestar. Si me excedo de la media, no pienso pedir perdón por abusar de la ducha, ni en frecuencia ni en tiempo -en tal caso que pidan perdón los que lo hacen con menos habitualidad de la debida-, ni pienso dejar de enjuagar la boca tantas veces al día me cepille los dientes, ni estoy dispuesto a engañar el sistema de descarga de la cisterna del váter. Y digo esto porque, en esta sociedad que llamamos del bienestar, para algunos el bienestar son las cosas pequeñas que por obvias ya casi no las tenemos en cuenta, como es el lavarse todos los días, tener agua potable y gustosa con solo abrir el grifo, comer lo que nos apetece con la única condición de que sea saludable, y dar a la ruleta del termostato de la calefacción cuando comienza el invierno. Los leoneses, que no tenemos las horas de sol de otros territorios no tan lejanos al nuestro, ni tenemos fabricas que contaminan pero que a la vez genera riqueza y empleo, ni somos un centro administrativo de primera categoría, por el contario tenemos agua y montañas, y la que no utilizamos para el consumo doméstico, para la poca industria o para nuestros regadíos, sencillamente se va al mar. Por todo esto, por ser de un pueblo que tiene río y lo atraviesa un cauce de riego, y por haber tenido la suerte de que en mí casa ya había grifos hace cincuenta años, me siento afortunado de poder usar el agua, con respeto pero sin tacañería, y me parece un lujo económicamente asumible. Me declaro abiertamente un consumista de agua, de la del grifo, y la otra, la embotellada, va contra mis principios. Eso sí que es un mal hábito que va contra las normas de la sostenibilidad, comprar en el lineal las botellas de agua de los Pirineos.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 19 de agosto de 2016.