Por segunda semana consecutiva titulo esta columna de opinión con un nombre propio.
Fernando Maíllo
Por segunda semana consecutiva titulo esta columna de opinión con un nombre propio. Llevaba tiempo queriendo opinar sobre este político zamorano, pero necesitaba algún motivo más, y ese ha venido esta semana cuando, de refilón, se le cita en medios políticos a raíz de la dimisión de la vicepresidenta de la Junta de Castilla y León, Rosa Valdeón. Reconozco que fui de los sorprendidos cuando el dedo de Rajoy lo elevó a una vicesecretaría general del PP y de la noche a la mañana tuvo que hacer el equipaje y marcharse para Madrid. Un salto en política sin el escalafón intermedio, el de la comunidad autónoma, y quizás a pesar de la opinión que pudieran tener quienes movían y siguen moviendo los hilos del PP en Castilla y León. Pero no nos rasguemos las vestiduras, porque un procedimiento similar, el del dedo de Herrera, aupó a Rosa Valdeón a los más altos designios políticos en Castilla y León en contra de la estructura orgánica del PP en Zamora. Pero vamos al tema. Haya sido como haya sido, lo cierto es que el nombramiento de Maílo ha sido un éxito, y una sorpresa para quienes, conociéndolo, no pensaban, o no pensábamos, que iba a dar tanto juego. Estando todos los días en el foco mediático, haciendo declaraciones en unos y otros medios, y de tertulia en tertulia, no he visto yo que haya cosechado la más mínima crítica. Tiene un buen discurso – o reproduce acertadamente el discurso oficial-, no se mete en jardines de los que después es difícil salir, luce buena planta, y sus palabras suenan a convincentes. Su última gran tarea de partido ha sido coordinar el equipo negociador del PP para lograr un acuerdo de investidura – que después resultó fallida- con el partido Ciudadanos. Hace unos años Maillo hacía equipo con Isabel Carrasco y con Alfonso F. Mañueco para buscar el relevo a Herrera cuando este daba señales de cansancio. Por razones obvias esas reuniones ya no se van a producir, pero Fernando Maíllo tiene mando en plaza, en la plaza de Madrid de la calle Génova, y además lo está haciendo bien. Que no le pierdan de vista.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 16 de septiembre de 2016