Hay que reconocer que el debate de investidura para la presidencia del Gobierno, al que hemos asistido estos días, no ha despertado el más mínimo interés.
Apatía ante la investidura
Hay que reconocer que el debate de investidura para la presidencia del Gobierno, al que hemos asistido estos días, no ha despertado el más mínimo interés. Creemos que lo sabemos todo sobre unas políticas del Partido Popular que ya anunció en las elecciones del pasado año, las recordó en el posterior debate de investidura del socialista Pedro Sánchez, en la campaña electoral de las elecciones de primavera, en el posterior debate de investidura al que se sometió Mariano Rajoy, y las ha vuelto a recordar estos días en el segundo, y último, intento por formar gobierno. Pero es más, de nada sirve conocer el programa de legislatura del partido gobernante si cada medida que haya de ser sometida al veredicto del Parlamento ha de ser consensuada con varias fuerzas políticas, tan dispares entre sí, y tan cargadas de prejuicios, cuando no también de sectarismo y conveniencia política. Poco se puede intuir de cómo será la vida parlamentaria en los próximos meses, alterada sin duda en las formas y escenificaciones, aunque todo apunta a la dificultad para aprobar los Presupuestos Generales, la probabilidad de que se queden aparcadas las medidas que puedan ser más contestadas por otras fuerzas políticas, y la casi seguridad de que el PP se verá forzado a consensuar textos legislativos que pueden ser incluso contrarios a su ideario ideológico. Tampoco parece haber mucha expectación sobre la formación del nuevo Gobierno, quizás porque pensamos que tendrá las manos más atadas de lo que las ha tenido durante casi el año que hasta ahora ha estado en funciones. Creemos conocer a un Mariano Rajoy que en sus propias palabras resulta bastante previsible, damos por hecho que no dejará a sus más estrechos amigos y colaboradores tirados en la cuenta, que atenderá las ansias de ministerio de personajes políticos como Maria Dolores de Cospedal, y que aplicará el criterio de fijarse más en tecnócratas tipo la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, que en políticos de pedigrí curtidos en las estructuras del partido. Y de León, nadie.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 29 de octubre de 2016.