Hacer algunas semanas se abrió una batalla comercial en los lineales para colocare los quesos a precios de saldo. Se trata además de quesos de mayor calidad, por supuesto producidos en España, con leche de mezcla de las tres especies aunque sobre todo de vaca, y con un tiempo de maduración que permite clasificarlos como curados
Gangas en quesos
Hacer algunas semanas se abrió una batalla comercial en los lineales para colocare los quesos a precios de saldo. Se trata además de quesos de mayor calidad, por supuesto producidos en España, con leche de mezcla de las tres especies aunque sobre todo de vaca, y con un tiempo de maduración que permite clasificarlos como curados. Llamo precios de derribo a vender una pieza de tres kilos, en las grandes superficies, entre los 15 y los 18 euros, por lo tanto entre 5 y 6 euros el kilo. Para producir un kilo de queso se necesitan diez litros de leche de vaca o su equivalente si es oveja o cabra, que se paga al ganadero a treinta céntimos el litro, un importe que no le permite cubrir los costes. La materia prima del queso cuesta tres euros en origen, a lo que se ha de sumar el transporte a la fábrica, el coste de fabricación, el margen industrial, el coste de almacenamiento, la financiación, la logística para colocarlo en los lineales, el margen que le aplique el supermercado, y los impuestos, en particular el IVA que se repercute en el consumidor. Se mire como se mire, las cuentas no cuadran. Podríamos ir al análisis fácil de decir que esos quesos no están hechos con leche de calidad, pero no sería del todo cierto, pues algunos son de marcas de prestigio que nos dan absoluta garantía de que no juegan con esos temas. Podemos pensar que, dado que en su mayoría son quesos curados, procedan de leche comprada hace meses cuando el mercado en origen estaba todavía peor, y en esto podemos estar acertando. Y podemos pensar también que las empresas se hacen entre sí una competencia feroz, no a la hora de las compras pero si a la hora de la ventas, y que están dispuestas a tirar los precios con tal de que haya rotación y el dinero se mueva. En las empresas grandes, la cuenta de resultados se mira al día, y no se almacenan los quesos para sacarlos dentro de tres años y hacer caja. Y mientras dura esta batalla de derribo de precios, gana el consumidor y pierde el ganadero, mientras el resto espera mejor momento.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 7 de abril de 2017.