La prensa local ha querido ser generosa y buscar noticias positivas en el informe de la consultora Nielsen sobre el mercado del vino en nuestro país. Pero los datos, que son tozudos, nos colocan en el lugar que estamos, que es el de ocupar el 1,5 por ciento del mercado de ventas de toda España
Ventas de vino
La prensa local ha querido ser generosa y buscar noticias positivas en el informe de la consultora Nielsen sobre el mercado del vino en nuestro país. Pero los datos, que son tozudos, nos colocan en el lugar que estamos, que es el de ocupar el 1,5 por ciento del mercado de ventas de toda España. De cada doscientas botellas que se venden en España, tres son de nuestra provincia, que además se reparten entre dos denominaciones de origen y entre decenas de pequeñas bodegas, cientos de marcas, y un abanico de calidades y estrategias diferentes. Podemos decir que desde la viña a la bodega nuestro sector es pequeño y atomizado, por lo que las estrategias comerciales, cuando se trata de competir en los mercados, sobre todo en los exteriores, son francamente difíciles. He querido ver alguna noticia positiva de un mayor peso en la exportación, de la denominación Bierzo, con respecto a sus ventas totales, y de hecho así lo ha destacado la consejera de Agricultura, quizás con el ánimo de resaltar algo de cada zona de producción. Pues bien, hasta esto tiene su lógica, porque es verdad que en los últimos años, con el tirón que están teniendo las ventas de vino en el extranjero, es más fácil hacerse un hueco en los mercados internacionales, que vender en la restauración y los lineales de nuestro país, donde sobran ofertas de vinos de calidad a precios muy competitivos que únicamente pueden aguantar bodegas muy consolidadas que venden grandes volúmenes. Así pues, sabiendo que somos pequeños, que estamos haciendo las cosas bien pero que no somos los mejores, conociendo nuestras fortalezas y nuestras debilidades, podemos estar en la senda de dar un impulso definitivo a este sector económico que necesita crecer. Para crecer hay que conservar las viñas, hacer nuevas plantaciones, esmerarse para conseguir buenas cosechas en calidad y cantidad, y todo eso hay que pagarlo. Es evidente que si el viticultor no gana dinero no va a haber una expansión de la vitivinicultura, y todo lo que no mejora, empeora.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 19 de mayo de 2017.