La ley establece una prohibición de cinco años para el aprovechamiento de los pastos una vez que se produce un incendio forestal.
El negocio del fuego
La ley establece una prohibición de cinco años para el aprovechamiento de los pastos una vez que se produce un incendio forestal. El legislador, dejado llevar por los prejuicios, ha querido así disuadir al ganadero para que no sea éste el que provoque intencionadamente el incendio, y que sea cuidados para que no se produzca por una negligencia en el desarrollo de la propia actividad agropecuaria. Así las cosas, ningún ganadero, contra sus intereses, provoca un incendio a sabiendas de que en esa finca o fincas no va a poder meter sus animales en el largo periodo de cinco años, ni utilizar dicha superficie para justificar el cobro de ayudas de la PAC. El problema está en que el monte se quema, bien por una accidente o negligencia, o porque alguien, que no es el ganadero local, lo provoca intencionadamente. Y es a partir de esta situación cuando al ganadero local, que es el que crea riqueza y empleo en la zona, y cuida del entorno, se le echa literalmente de las tierras que venía utilizando obligándole a emigrar, lo que le crea un serio problema económico que pone en riesgo su explotación y el sustento de su familia. Así las cosas, si en la Junta quieren poner orden a esto, tienen que empezar por acordarse de los damnificados y ayudarles, que es lo contrario de lo que están haciendo ahora. Porque el resto de actores, sí sacan rédito de las llamas: la madera quemada se vende, las zonas quemadas se replantan de nuevo y se entresacan después, ante más amenazas de incendio más efectivos se contratan, del que se lucran empresas que se dedican a ello, y más empleo se genera, del que se benefician los que por vocación o por necesidad optan a ese tipo de trabajos. Pero habiendo tantos intereses implicados en esto de los fuegos, cuando toca buscar culpables, la lectura simplista e interesada apunta únicamente a los ganaderos y a los pirómanos. A muchos de nuestros ganaderos los quieren condenar a pena capital sin más indicio de culpa que el ser ganadero, y este es casi el único que no tiene nada que ganar y sí mucho que perder tras un fuego.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 1 de septiembre de 2017.