Resurge el problema de industrias y cooperativas que dejan tirados a los ganaderos sin saber estos qué hacer ni a que puerta llamar
EL GANADERO JOSÉ ANTONIO MANILLA AGUANTÓ TRES MESES TIRANDO LA LECHE
Resurge el problema de industrias y cooperativas que dejan tirados a los ganaderos sin saber estos qué hacer ni a que puerta llamar
Ahora que el sector lácteo está tan revuelto, y que muchos ganaderos han recibido carta de las empresas comunicando que el día 1 de abril le dejan de recoger toda o parte de la leche, hay que recordar que esta situación ya ha ocurrido, y que es un trauma económico para la explotación y algo muy duro de llevar desde el punto de vista emocional del propio ganadero y su familia. José Antonio Manilla, ganadero de Villanueva de Omaña, en el municipio de montaña de Murias de Paredes (León), sufrió en sus carnes esta situación cuando en las navidades del año 2010 le dejaron de recoger la leche, después de muchos meses casi regalándola, y no encontró un nuevo comprador hasta tres meses después, hasta el 1 de abril del año 2011. La empresa compradora era Cea Esla, la misma que ahora ha comunicado a varios ganaderos la interrupción de las compras.
En la ganadería de José Antonio Manilla se producían 10.000 litros de leche al mes, de excelente calidad higiénico- sanitaria y excepcional calidad físico química en cuanto a los parámetros de grasa y proteína. La explotación ya había recibido otros golpes económicos, como los impagados que dejó en su día la quesería Rofer, en Pola de Gordón, a la que le entregaba el producto, y los abusos de Reny Picot, que no fueron pocos. A esto se añadía que, los costes de alimentación en las zonas de montaña se disparan, pues llegan mucho más caros los piensos, los forrajes y la paja, y hasta los servicios de los profesionales de los que depende el ganadero tienen un mayor coste.
Desde entonces entrega la producción a la cooperativa Lar, que le paga un precio razonable por el producto, aunque siempre menor del que perciben la mayoría de los ganaderos que no están en zonas de montaña y que entregan cantidades mayores. En todo caso, esto es una excepción, pues lo normal ante la falta de recogida es que el ganadero comience la venta de los animales y se deshaga de la ganadería. Y cuando el cese es por una cuestión sobrevenida de estas características, lo habitual es que se venda el ganado y la maquinaria a precios de saldo. Y la salud mental del ganadero queda trastocada.