Soy de la promoción en la que para ser veterinario había que cursar la carrera en una de las cuatro facultades que había en España: Madrid, Córdoba, Zaragoza, y por supuesto León. Después llegaron otras, como Murcia, Barcelona, Cáceres o Lugo, y más tarde las privadas, que siempre es un buen recurso para quién tiene dinero para poder permitírselo. Los tiempos han cambiado, también en el mundo universitario, y hoy todas las instituciones académicas quieren poder ofertar una amplia carta de grados y máster en competencia entre ellas, y los ciudadanos agradecemos tener a la puerta de casa la oferta que buscamos. Verdad es también que cuando la tenemos cerca, a nuestros hijos se le puede ocurrir ir a otro distrito universitario, de más prestigio académico o de más ambiente festivo, o simplemente porque a los dieciocho años ya les apetece estar fuera de casa. La profesión veterinaria ha encontrado una opción profesional y gran nicho de mercado en el mundo de los pequeños animales o de los animales de compañía en general, que crecen más que la población, y a los que cada vez nos acercamos más a dispensarle los mismos tratamientos en medicina que a la especie humana. Por eso quizás haya que ampliar la oferta académica, y por eso puede no ser descabellado que se instaure una facultad en Salamanca como ayer acordaron los rectores con el presidente Alfonso Fernández Mañueco. El prestigio de cada centro ya no lo da la historia, lo da una buena gestión, con buenos docentes, y con buenos resultados en empleo de cada uno de los graduados en todas y cada una de las promociones. El éxito viene también por facilitar la estancia a los alumnos que son de fuera, y viene porque sean bien acogidos en una ciudad amable en la que además haya espacio y tiempo para divertirse. Y cuidado, que en esto Salamanca no es un lugar cualquiera, no vaya a ser que se nos escapen alumnos, no atraídos por las cátedras, pero sí atraídos por el mundo de la noche, de la diversión, de las fiestas universitarias, de las capeas, o de la Nochevieja universitaria. Por más que tengamos el Barrio Húmedo.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 4 de octubre de 2024