La organización agraria ASAJA de Castilla y León ha reiterado su petición a la Junta de Castilla y León, a través de la Consejería de Agricultura y Ganadería, de poder hacer quemas controladas de rastrojos en tierras agrícolas, con el fin de combatir de una forma eficaz determinadas plagas y enfermedades que atacan a los cultivos. La OPA realiza de nuevo esta solicitud coincidiendo con el inicio de la nueva campaña agrícola, que comienza con el laboreo de las fincas cosechadas hace un par de meses, y en un año en el que las quemas serían más necesarias que nunca, ya que, a las plagas y enfermedades más habituales de los cereales y otros cultivos extensivos, se junta el ataque de los topillos, que son ya plaga en muchas comarcas agrícolas.
ASAJA sostiene que las quemas controladas de restos de cosecha en tierras de cultivo no son una práctica agresiva para el medio ambiente; por el contrario, evitan muchas prácticas de laboreo -y con ello el consumo de carburantes fósiles- y también tener que echar al terreno toneladas de pesticidas para combatir plagas y malas hierbas. A eso se suma que la caída de los precios de los cereales está obligando a producir a pérdidas, y las quemas supondrían un ahorro importante en medios de producción como carburantes y fitosanitarios. La quema de rastrojos destruye semillas de malas hierbas, reservorios de plagas y enfermedades, y agentes patógenos para las plantas.
Siendo cierto que el marco legal para permitir las quemas de rastrojos está muy acotado, no es menos cierto que la normativa nacional y de la Unión Europea lo permite si es por razones fitosanitarias, que son las que se dan en este momento en Castilla y León, y las que se dan en otros territorios, como Extremadura, donde recientemente se ha establecido el método de reconocimiento del motivo fitosanitario para justificar la quema de rastrojos, en una normativa en la que, evidentemente, no se cuestiona la eficacia de esta práctica para mejorar el estado sanitario de las tierras.
La propuesta que hace ASAJA responsabilizaría al agricultor de su solicitud de quema, que en todo caso tendría que ajustarse a una superficie determinada de su propia explotación y a adoptar las medidas precisas para que la quema no dejase de estar controlada en ningún momento. La respuesta a la petición de ASAJA ha de ser inminente, pues esta práctica, previa al laboreo y las siembras, se ha de realizar en las próximas semanas, ya que de lo contrario llegaría tarde y perdería su eficacia.