Ha dicho el presidente de Mercadona, Juan Roig, que comprende a los agricultores en sus quejas y reivindicaciones, y que estos tienen todo el derecho a ganar dinero. Se agradecen estas declaraciones de uno de los empresarios de más éxito de nuestro país, además del sector de la distribución agroalimentaria, pero hay que decirle que en su mano está parte de lo que el campo necesita para que se cumpla ese deseo. Algo tan sencillo como que los precios de los alimentos, a lo largo de la cadena de valor de los mismos, se fijen de abajo a arriba, y no al contrario, dando más facilidades de negociación al eslabón más débil de la cadena, y evitando en todo caso las ventas a pérdidas, en parte esto último porque además de inmoral lo prohíbe la legislación vigente de nuestro país. Y sí, el agricultor y ganadero es un empresario, un pequeño empresario por lo general, un autónomo en todo caso, que tiene que ganarse un sueldo decente por el trabajo y la gestión que conlleva su negocio, que tiene que ganar para pagarse una Seguridad Social con una base de cotización que le permita pensiones dignas en el futuro y prestaciones decentes en el presente, que tiene que tener margen para pagar los intereses de los préstamos, ver remunerado su capital circulante, y percibir lo que corresponda por el coste de oportunidad de las tierras propias. Y después está el riesgo empresarial, ese que existir existe, y máxime en el campo donde a las inclemencias climáticas se suman las enfermedades animales y vegetales, y se suman los caprichos de un mercado que está totalmente globalizado. Este riesgo empresarial se debe de cubrir con el margen de las ventas para poder tirar de los ahorros cuando las cosas vengan mal dadas, que vendrán. Las aspiraciones del más humilde de nuestros agricultores seguro que tienen muchas coincidencias con las de Juan Roig: ver remunerado el esfuerzo y tener un reconocimiento social. Y quienes aspiran a ganar mucho, pronto y fácil, seguro que ya han cogido otro camino que no es el del campo, porque en el campo ese milagro no existe.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 15 de marzo de 2024.