Una de las medidas que ha puesto en marcha la Unión Europea, en respuesta a la oleada de protestas del sector a lo largo y ancho de Europa, es la posibilidad de poder eludir la obligación de dejar un cuatro por ciento de barbecho en la explotación para este año 2024. La queja de los agricultores leoneses, respecto a este asunto, se circunscribe al regadío, ya que en los terrenos de secano, por lo general pobres, es habitual, en mayor o menor media, esta práctica agronómica. Sin embargo, dejar barbecho en tierras de regadío es una aberración, ya que se pierde la posibilidad de obtener buenas producciones, y además el barbecho no es mejorante para el próximo año, al contrario, genera malas hierbas que hay que combatir con labores o tratamientos caros y no sostenibles. Además, cuando se trata de regadíos modernizados, resulta más doloroso dejar de cultivar en unas fincas en las que se acometieron elevadas inversiones, públicas y privadas, que hay que amortizar mediante importantes cuotas anuales. En un país deficitario en cereales, donde lo que no producimos lo hay que comprar de otros países que muchas veces son de fuera de la Unión Europea, con estándares de calidad mucho más laxos, dejar fincas en barbecho es un lujo de ricos, y así lo han entendido nuestras autoridades, aunque para ello no haya valido contárselo y haya sido necesario protestar. Pero la felicidad nunca es completa, y en este caso menos. No es que nos exoneren de dejar el barbecho, es que lo podemos sustituir por ciertos cultivos, como las leguminosas y proteaginosas, siempre que no utilicemos tratamientos fitosanitarios en los mismos. La experiencia nos dice que cultivar alubias o guisantes, por poner ejemplos comunes, sin realizar tratamientos sobre ellos para combatir malas hierbas y pagas y enfermedades, es ir abocados a no coger cosecha. En conclusión, la Unión Europea nos ha terminado dando la razón permitiendo cultivar los barbechos, pero nos ha puesto tantas limitaciones que, en la práctica, los agricultores leoneses optaremos por quedar como estábamos.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 16 de febrero de 2024.