El sector porcino español ha escalado ya a la tercera posición mundial, así que estamos en la élite por eficiencia, por tamaño, por volumen de exportación, por calidad, por el modelo empresarial, por innovación, por diversificación, y por capacidad de adaptación. A pesar de ello, hay una escasez de cerdas reproductoras y consecuencia de ello dependemos de la importación de lechones que llegan sobre todo de los Países Bajos. Si el sector es casi perfecto, si funcionan bien los engranajes de toda la cadena, hay que reflexionar sobre lo que está ocurriendo para que tengamos esta dependencia del exterior, que no es buena ni desde el punto de vista de la economía sectorial, ni desde el punto de vista sanitario, ni desde la perspectiva del bienestar animal. Apunto a dos razones, solo dos razones. Una de ellas, que las granjas de madres reproductoras, para ser rentables, tienen que tener el tamaño máximo que permite la normativa, y eso supone una inversión que no está al alcance de las economías familiares agrarias, y tampoco es atractivo para grupos inversores para los que el dinero no es un problema, pero para estos se trata de un negocio complicado de gestionar – como casi todas las ganaderías- y de rentabilidad muy ajustada. Por otra parte, este tipo de granjas que van al tamaño máximo, suele crear el rechazo de los grupos ecologistas y animalistas, del vecindario local, y de muchas administraciones, por lo tanto se enfrentan a procesos largos y muy sinuosos para obtener una licencia de actividad, y raro es que se consiga sin que antes no te hayan montado una plataforma. Así las cosas, el porcino español, que es la envidia de todo el mundo, empieza a manifestar ciertas debilidades, como es que no haya suficientes madres para los lechones que necesitamos. En toda la cadena de valor del sector porcino, los lechones son el factor limitante, y la solución es producirlos aquí, no el importarlos en situaciones sanitarias no siempre óptimas, ni pegarles viajes de camión de cientos de kilómetros absolutamente estresantes.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 23 de junio de 2023.