Hoy es relativamente sencillo localizar en cualquier gran ciudad un determinado domicilio, sin más ayuda que la tecnología de Google en nuestro teléfono móvil, pero cuando esto mismo se pretende en un pequeño pueblo de nuestra provincia, la cosa se complica. Los localizadores no son tan precisos cuando llegas al pueblo, pues no todas las calles y callejas están nombradas, no todas figuran correctamente en la cartografía de los buscadores, en muchos casos las casas no están numeradas, y en otros el vecino vive en una especie de chalet por un camino rural nombrado genéricamente como “diseminados”. Cuando llega un cartero nuevo a los pueblos, la postura fácil es devolver la correspondencia y como mucho añadirle la coletilla de “dirección incorrecta”. Pero bueno, la correspondencia ya casi no es un problema, se recibe poca, y ante las escasas garantías de que llegue en tiempo y forma, cada vez se espera menos de este servicio público. Lo que ahora llega a los pueblos son paquetes, pues en los pueblos, como en las ciudades, y quizás aquí con más motivo, se ha implantado la moda de hacer los pedidos online para reparto a domicilio. Es muy habitual ver furgonetas de reparto de paquetería por los pueblos, que en ese deambular buscando direcciones, terminan en los caminos de las huertas dando la vuelta cuando se acaba el asfalto. Puedo asegurar que, aunque parezca mentira, Google no conoce todas las calles de todos los pueblos y no conoce el domicilio de muchos clientes de la compra venta directa. La solución es preguntar, pero no es fácil encontrar gente por la calle a la que poder dirigirse, y además, hay personas a las que no conoce casi nadie. A veces el pedido viene a nombre del nieto de la persona que conocemos, o viene a nombre de gente que ha llegado al pueblo en los últimos años y que se relaciona lo justo con el resto del vecindario. Esta semana, en mí pueblo por parte de consorte, una conductora de reparto preguntaba por la calle Cantarranas, ya en el extrarradio, y por un vecino que no me sonaba. A veces le pasa a la ambulancia.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 21 de abril de 2023.