Por si la sequía era poco mal este año para acabar con las expectativas de una cosecha razonable de grano en nuestra provincia, a la meteorología adversa se ha sumado una enfermedad de los cultivos que ha atacado sobre todo a los campos de cebada dejándolos arrasados. Ante la alarma de los agricultores, el funcionariado competente de la Junta de Castilla y León hizo las indagaciones pertinentes para determinar que se trata de la enfermedad del Virus del Enanismo Amarillo de la Cebada o BYDV por sus siglas en inglés. Nada se ha podido hacer para combatir una enfermedad vírica, detectada seguramente tarde, cuyos síntomas son precisamente el raquitismo o enanismo de la planta y una amarillez enfermiza que termina por secarla y no se llega a formar la espiga. En estos tiempos de Google, ya los agricultores nos encargamos de consultar biografía sobre este mal que nos era bastante desconocido hasta esta campaña, y así descubrir que el virus se inocula en la planta por un pulgón que, este sí, de detectarse a tiempo se puede eliminar con insecticidas convencionales. Como casi siempre ocurre en el mundo de la patología, las cosas se complican con la aparición de diferentes razas de virus, de diferentes especies de pulgones que intervienen como vectores, de la distinta sensibilidad según la variedad de cebada, y hasta del momento del ciclo en el que se produzca la infección. Dado que a tenor de la biografía sobre el asunto los métodos de prevención y tratamiento no son demasiado eficaces, es de esperar y desear que este episodio no se repita en campañas sucesivas, porque estamos ante un enemigo más que ataca nuestras cosechas y en consecuencia ataca nuestras economías. Y dado que en política agraria la sanidad vegetal es una asignatura importante, como lo es la sanidad animal, convendría que los departamentos encargados de esto, de las distintas administraciones o centros docentes, o de empresas privadas, fueran por delante informando y ayudando, sobre todo pensando en los casos en los que la enfermedad sí tiene remedio.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 20 de mayo de 2022.