El campo de la provincia de León está incorporando más jóvenes que nunca y eso dicho así no puede más que ser una buena noticia, pero todo tiene sus matices. No es lo mismo incorporarse para captar unas ayudas que inicialmente pueden parecer atractivas, que hacerlo porque el mercado laboral no ofrece muchas alternativas, que el hacerlo porque se tiene un proyecto sólido que abre expectativas de poder dedicarse a lo que a uno le gusta durante toda una vida laboral. A los ojos de un político lo importante es poder presentar un balance en el que las incorporaciones vayan en aumento y donde además y sobre todo crezca en número de mujeres agricultoras. A los ojos de un analista que no sea tan cortoplacista lo importante es poder presentar datos que avalen que quien se incorpora a la agricultura lo hace en una explotación que le va a permitir vivir dignamente de su oficio. Y para vivir de la agricultura y la ganadería, lo más importante es poder disponer de tierras y de pastos y a ser posible a unos precios razonables, y esto es lo que en casi ninguna ocasión consiguen los jóvenes que se están incorporando. Los jóvenes no siempre cuentan con las fincas de la familia ya que en muchos casos, por la edad de los padres, estos todavía las necesitan, y no pueden ni desprenderse de ellas ni prescindir de parte de ellas. Salir al libre mercado a buscas unas fincas en propiedad o en arrendamiento, que no están libres, significa tener que pagar más que nadie para conseguirlas, lo que ya de por sí además de difícil hace tambalear la rentabilidad. Además de esto, el mercado y la propia ley hacen que los plazos de arrendamiento sean de cinco años, con la incertidumbre de no saber si va a renovarse el contrato y en qué condiciones. En este contexto, las incorporaciones de jóvenes agricultores no se están haciendo con las mínimas garantías de éxito y están provocando un fraccionamiento de explotaciones que las saca de la senda de la competitividad y las acerca a una peligrosa situación de precariedad, de inviabilidad económica, que puede crear un problema social.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado para La Nueva Crónica del viernes 7 de enero de 2022.