Fue el dos de octubre de dos mil quince cuando en este mismo espacio opiné sobre la situación de la Presa del Bernesga después de que pasara el primer verano seca por decisión de la Confederación Hidrográfica del Duero. Animo a hacer memoria sobre quién gobernaba en León y en San Andrés del Rabanedo (municipios más importantes por los que pasa), en la Junta, en el Estado y si se quiere en Diputación, y quién quiera que tire de hemeroteca para ver quién hizo declaraciones contra la decisión gubernamental, y quién sencillamente se calló la boca. Este año el tema ha salido de nuevo a la palestra y por eso, y no porque haya novedades, de nuevo lo retomo para esta columna que me permite opinar sobre la actualidad leonesa, sobre todo si tiene algo que ver con el campo y la ganadería. Si la presa se quiere ceñir a lo estrictamente agroganadero nunca más va a llevar agua, pues las normas que impone la Confederación Hidrográfica del Duero son inasumibles desde el punto de vista económico y desde el punto de vista de la gestión administrativa, por eso se necesita que haya más partes interesadas en ese cauce de agua, como puedan ser los ciudadanos defensores de los valores medioambientales del entorno, los propietarios de fincas de recreo o segundas viviendas, o los ayuntamientos por los que transcurre. El problema no es solamente que este año las riadas causaran daños en el cauce o en el punto de toma del río, el problema de fondo está en que la Confederación no reconoce en estos momentos la concesión de uso del agua y por lo tanto, como ha hecho en años anteriores, impide la derivación de la misma. Ya dije en esta columna hace cinco años que la CHD, para secar la presa, propició un cambio en el Plan Hidrológico pasando de considerarla “masa natural de agua”, que es como se le reconocía históricamente, a considerarlo “cauce de agua”. Al ser cauce, el agua va por ella únicamente cuando se riega, y si no se reconoce la concesión, sobra la consideración primera. Fui el único que vote en contra en el vigente Plan Hidrológico del Duero.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 3 de julio de 2020.