Soy poco de diminutivos, pero así es como llaman los más íntimos a Santiago Abascal, líder de Vox, y a Milagros Marcos, quien fuera consejera de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León y ahora aspirante a repetir como portavoz del PP en la Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados. A ambos se les vio el pasado miércoles día 5 de febrero queriéndose ganar las simpatías de agricultores y ganaderos que se manifestaban ante la sede de Agricultura en la calle Atocha de Madrid, reclamando precios justos para los productos del campo. Hay que decir que esto es habitual entre políticos de la oposición, y me viene a la mente la presencia de Monedero, de Podemos, cuando hace unos años llegó a Madrid la Marcha Blanca de la leche. Pero si llevamos la vista más atrás, en aquellas décadas en las que únicamente gobernaba el PSOE de Felipe González, el entonces diputado del PP con autoridad en agricultura, Miguel Ramírez, nos visitaba cada vez que nos manifestábamos en Atocha contra Romero, Atienza o Pedro Solbes.
Debió de pensar Milagros Marcos que, en Madrid, sin medios de comunicación que la reconozcan por la calle y sobre todo sin medios de comunicación cuyos dueños le deban favores publicitarios, la única forma de ocupar una foto era pegándose a Santiago Abascal, y así lo hizo. Cuando unos agricultores jaleaban al líder de Vox y otros le mandaban al carajo, Milagros Marcos, lejos de apartarse de una guerra que no iba con ella, se acercaba más y más a los focos, con lo que consiguió que los que la conocemos la identificáramos en el acto, pero no logró aproximarse a actriz de reparto a los ojos del gran público.
Parece mentira que Milagros Marcos, que no aguantó una crítica cuando era gobierno en Castilla y León, y que eso le llevo a una enemistad sonada con la mayoría de las organizaciones agrarias, se apunte ahora al oficio de agarrar la pancarta. Hasta hace unos meses que ella era consejera de Agricultura, el campo no tenía problemas, y si los tenía los arreglaba de un plumazo, que talento no le faltaba. Ahora debe de ver problemas por todos los lados, que han surgido incluso antes de la toma de posesión del nuevo Gobierno, cuando los problemas que venimos denunciando los profesionales del campo forman parte de una crisis estructural del sector que se remonta a muchos años atrás.
Ser diputado o diputada y pasearse por las manifestaciones es relativamente fácil, es quedar bien y no gastar. De esto me di cuenta cuando era poco más que un chaval y a las puertas de Atocha, cuando nos zurraba la policía montada a caballo, Miguel Ramírez, en vez de correr, sacaba su credencial de diputado del reino de España. Y digo esto último por si en otro de estos encuentros, Santi o Mila, se topan con los de la porra dando antes de preguntar.