En la noche del pasado lunes, cuando Pedro Sánchez abrió el Telediario dando explicaciones sobre su papel de víctima en este largo y fallido proceso de formación de nuevo gobierno, de nuevo recordó que, entre los ofrecimientos que en algún momento hizo a la formación política de Podemos, estaba el ministerio de Agricultura. A tenor de las palabras de Sánchez el ministerio que se ocupa de las cosas del campo debió de parecerle una birria a los podemitas, pero tampoco parece que lo tenga en mucha estima quien se lo ofreció sin dolor alguno de su corazón. La actividad empresarial y por definición emprendedora de la agricultura y la ganadería puede tener encaje en una política socialdemócrata, y de hecho la ha tenido en nuestro país sin demasiados sobresaltos, pero es incompatible con las ideas económicas y con la ecología mal entendida de la formación de Podemos. Por eso, conocida ahora con claridad la intención que tuvo el PSOE de comerciar políticamente con el sector agrario, sin importarle las consecuencias para los hombres y mujeres del campo, me alegro de la repetición electoral y que sea lo tenga que ser. Pero que quede claro qué es lo que nos tenían reservado: la entrega a los brazos de una formación de extrema izquierda que no cree en la propiedad de la tierra, que no cree en el emprendimiento empresarial, que no reconoce la labor del agricultor como productor de alimentos, que lejos de considerarnos guardianes del medio ambiente nos consideran sus destructores, que le reconocen a los animales más derechos que a sus dueños, que pretenden que labremos la tierra a base de trabajo y sudor como nuestros abuelos, que derribarían las presas de todos los pantanos, y que si por ellos fuera todo el campo estaría yermo. Pedro Sánchez quiso dejar la negociación de la PAC en manos de los comunistas de Podemos, quiso encargarles las políticas de desarrollo rural, y a punto estuvo de que los ecologistas que tanto daño nos hacen, más que ejercer como grupo de presión, legislasen.¡ De la que nos hemos librado, por ahora!.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 20 de julio de 2019.