La penetración y expansión de la empresa Mercadona en el vecino país de Portugal, que ha sido noticia estos días en la prensa económica, no es un tema menor para el sector agroalimentario español. El modelo de negocio de este gigante de la alimentación tiene sus defensores y sus detractores dentro del sector primario de la agricultura y la ganadería. Defensores quienes creen que aporta estabilidad a medio y largo plazo garantizando las compras a un precio de cierto equilibrio en la cadena de valor, y detractores quienes creen que por su situación de dominancia pone las condiciones, poco ventajosas para el primer eslabón de la cadena, que después replican el resto de operadores que existen en el mercado. Pero en todo caso, la empres de Juan Roig es hoy el primer comprador de productos agroganaderos, y por lo tanto un cliente que hay que cuidar para que no salga a buscar otros mercados. En su expansión hacia Portugal, a buen seguro se habrá comprometido con los proveedores locales, entre ellos los agricultores y ganaderos, pero a nadie se le escapa que los que ya tiene en España cuentan con ventajas a la hora de suministrar productos para las tiendas del otro lado de la raya. Además, aún siendo Portugal un país en el que hay productos agroaliementarios de gran calidad, no es menos cierto que no es un país de excedentes y que su estructura productiva no es de las más eficientes de la Unión Europea, y esto es importante para nosotros porque la permeabilidad del mercado lo es en una dirección y en la contraria. Por todo ello, y con la cautela debida, creo que la conquista de Portugal por parte de Mercadona es una buena noticia para el sector agroganadero español, y representa un contrapunto respecto a lo que otros gigantes de la alimentación, de capital foráneo, han hecho con el sector primario de la agricultura y la ganadería. Y con todo, en ese reparto del beneficio en la cadena de valor de los alimentos, los productores, el eslabón más débil, siempre se llevarán la peor parte y seguirán sin opción de negociar.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 5 de julio de 2019.