Mujeres profesionales a pie de granja o de tractor no habrá pero funcionarias dedicadas al campo: TODAS. Empezando por la ministra, llegando a la consejera, pasando por las secretarias generales, viceconsejera, directoras generales, jefas de servicio, de sección, veterinarias de zona…
Mujeres profesionales a pie de granja o de tractor no habrá pero funcionarias dedicadas al campo: TODAS. Empezando por la ministra, llegando a la consejera, pasando por las secretarias generales, viceconsejera, directoras generales, jefas de servicio, de sección, veterinarias de zona…
La celebración del Día de la Mujer Trabajadora, el 8 de marzo, volvió a servir de excusa, como cada año, para teorizar sobre el papel de la mujer en la sociedad actual y la necesidad de lograr la igualdad con el hombre en el plano laboral, que todavía está muy lejos de conseguirse, y en el sector agrario todavía está a mucha más distancia. De todos los análisis se puede extraer una conclusión, que el futuro se conjugará en femenino o no será, porque esta sociedad no puede permitirse el lujo de apartar a más de la mitad de sus miembros y, precisamente, la mitad con mejor formación y capacidad de trabajo.
Esta aseveración para el campo es realmente preocupante. A pesar de la enorme crisis que ahora atraviesa y de todos los problemas coyunturales del sector, no nos cansaremos de repetir que el principal escollo que debe superar la agricultura y la ganadería es la falta de un relevo generacional a corto plazo. La realidad no por repetida es menos tozuda. Más del sesenta por ciento de los profesionales del campo tienen más de 55 años y apenas un 22 por ciento tiene sucesor en la explotación. Frente a ello, los jóvenes que se incorporan a la actividad agraria son muy pocos, y mujeres casi ninguna.
Ahora bien, mujeres profesionales a pie de granja o de tractor no habrá pero funcionarias dedicadas al campo: TODAS. Empezando por la ministra, llegando a la consejera, pasando por las secretarias generales, viceconsejera, directoras generales, jefas de servicio, de sección, veterinarias de zona… Con tanta cabeza femenina pensante, y mandando, algo tendrán que discurrir para mejorar el número y la situación de sus congéneres en el campo. Pero la verdad es que no es nada fácil.
Inversión prohibitiva
Hoy el nivel de inversión necesario para poner en marcha una explotación agraria es casi prohibitivo porque no hay plan de negocio que lo sostenga. Es imposible amortizar los costes de los bienes de equipo con una previsión de ingresos siempre variable y en estos momentos con pérdidas repetidas varios años, que no se pueden compensar, como antes, con años buenos, porque de los años buenos es difícil hasta acordarse.
Además, da la impresión de que los proveedores han llegado a reírse de los profesionales del campo con el coste de los medios de producción sin que a nadie parezca importarle. Ya no es solo que los fertilizantes suban y suban, que no bajen ni con el petróleo a veinte dólares o que los fitosanitarios estén por las nubes y te digan que junto a los de toda la vida tienes que echar otros nuevos porque ahora hay más bichos o malas hierbas por todos los lados y esos nuevos llegan a precios disparatados; es que por cualquier cosa cobran como si estuvieran tratando con millonarios que no miran el dinero.
En la reciente Feria Internacional de la Maquinaria Agrícola, FIMA, celebrada a principios de febrero en Zaragoza, era todo muy bonito, gran maquinaria, modernidad y tecnología de vanguardia. Pero si un agricultor entraba en un stand y hablaba de precios salía despavorido. Ya que no podía llevarse el tractor o la máquina grande decía: “Bueno, entre tanto folleto y publicidad, vamos a coger algún repuesto”. Imposible, un simple tornillo para cerrar un pulverizador o de unos cultivadores en línea de una sembradora neumática costaba casi veinte euros, es que das un simple bote con esa máquina en el tractor sembrando girasoles y has podido perder cien euros, y los botes nunca vienen solos, si botas cuatro o cinco veces has podido perder mil euros como si nada. Luego todo eso págalo a 16 céntimos el kilo de trigo. Decía la famosa canción que comprar un tractor es la forma más barata de tener descapotable, ahora con lo que cuesta un tractor te daría para un par de descapotables, y de los buenos. De barato nada.
Esa es la cuestión. Sea hombre o sea mujer, el profesional que se dedica al campo debe poder desarrollar su labor en unas condiciones dignas y disponer de una renta suficiente para prosperar individualmente y mantener a su familia. Los mayores aguantan con la que hay, no tiene más remedio; a los jóvenes es preciso plantearles otras alternativas para quedarse.
Seguridad y complemento
Es muy curioso, si hablas con algunos jóvenes y con trabajadores que se dedican a la agricultura y la ganadería, te das cuenta de que ya no se valora como un beneficio ser tu propio jefe, tener tu propia explotación, asumir esos riesgos, poder tomar decisiones. No, ahora es más valorado contar con una renta fija, ya sea un salario mensual o una cantidad contratada por entregar un animal cebado. Así pueden hacer cuentas, pueden hacer planes sobre bases sólidas y no en el aire. Por eso, los jóvenes del campo se buscan otro trabajo, y la actividad agraria queda como algo complementario, para muchos es la única forma de seguir con la tradición familiar.
Los agricultores y los ganaderos jóvenes están hartos de rellenar papeles. De tener que ir a todos los lados con un consejero, con un asesor. Porque cada año hay que hacer la declaración de la renta, pero también la declaración de la PAC, adjuntar la solicitud o el plan de negocio para cualquier declaración, hay que tener el certificado de profesionalidad de control de plagas (nivel 2) o el de manipulador de productos tóxicos o el de manipulador de alimentos, o cualquier otro que se inventen solo para ser agricultor y ganadero. Porque las organizaciones agrarias ahora son más gestorías agrarias que espacios reivindicativos.
Porque el agricultor y ganadero en la sociedad actual ha pasado de ser un abanderado de la naturaleza, un vividor y conservador del medio natural, a ser considerado por algunos como un depredador y destructor. Y todo eso no mola nada.
Habrá que concluir que está muy bien todo esto de la titularidad compartida de las explotaciones agrarias, de reivindicar el trabajo de nuestra madres, de nuestras abuelas. Pero, ¿dónde queda el trabajo de nuestras hijas? Estará en cualquier empresa, en cualquier tienda, si es de moda mejor, y si hay suerte será funcionaria, o política, para llegar a ministra o consejera. Que el campo para agricultoras y ganaderas profesionales no dará pero para funcionarias… un montón.