José Antonio Turrado. Secretario Gral ASAJA Castilla y León
El peso de un sector que mueve en Europa seis mil millones de euros anuales de facturación, según fuentes del Copa Cogeca, y que se mueve con inversiones tanto en la viña como en la bodega que se amortizan durante décadas, obliga a trabajar pensando incluso en generaciones venideras.
El presidente del grupo de trabajo del sector del vino, del Copa Cogeca, recién reelegido en el cargo, ha declarado que lo que más le preocupa es la normativa reguladora que se fijará para el periodo que se inicie en 2020, coincidiendo con el fin de la PAC actual. Digo yo que esto es tener amplitud de miras, pues si nos preguntan a la mayoría de los agricultores qué es lo que nos preocupa del sector en el que trabajamos, seguro que respondemos con lo de saber cuánto y cuándo vamos a cobrar de la PAC este año; responderemos preocupados por la cosecha más inmediata en cuanto a producciones se refiere, y manifestaremos también el deseo de que los precios no sean excesivamente penosos. Pero el francés Thierry Coste ya da esto por descontado, como se dice en la Bolsa, y pone su punto de mira en la política agrícola común que va a regir en el sector vitivinícola en la primera mitad de la próxima década.
El peso de un sector que mueve en Europa seis mil millones de euros anuales de facturación, según fuentes del Copa Cogeca, y que se mueve con inversiones tanto en la viña como en la bodega que permanecen durante mucho tiempo y se amortizan durante décadas, obliga a tener una amplitud de miras, lo que supone trabajar pensando incluso en generaciones venideras. A los viticultores y bodegueros les interesa la conformación de los mercados internacionales, algo muy dependiente de lo que ahora se ha dado en llamar movimientos geopolíticos, les interesan las tendencias de consumo que son lentas pero inexorables, y les interesa que la economía se mueva para que un producto que no es bien de primera necesidad llegue a la cesta de la compra. Y en clave más doméstica, este portavoz del Copa y el Cogeca habla de investigar para combatir enfermedades de la planta con productos menos residuales, y para luchar contra la sequía, que apunta será una consecuencia del cambio climático. No veo que le dedique mucho espacio a defender el actual sistema de cupos o derechos administrativos de plantación, quizás porque toda apunta a que en una posterior reforma se terminará liberalizando como ya se intentó en esta, y por el contrario sí pide un nuevo plan de reconversión similar a los que han estado vigentes hasta ahora.
Si a esto tuviéramos que añadir algo desde ASAJA de Castilla y León, pediríamos organismos reguladores de la calidad serios y absolutamente profesionales e independientes, que no presten su sello a los caldos que no se lo merecen. Pediríamos unas relaciones interprofesionales donde productores y bodegueros puedan tratarse de igual a igual y con el único fin de poner en valor tanto la uva como el vino. Pediríamos que la Ley de la Cadena Alimentaria se cumpla y por lo tanto los precios se negocien y se sepa cuándo y cuánto se va a cobrar por la uva antes de vendimiarla. Pediríamos a la gran distribución que le conceda puestos de honor, por merecidos, a nuestros vinos a la hora de colocarlos en las estanterías. Y por último, nos gustaría que la próxima generación de españoles tuviera un gusto predilecto por los productos de nuestra tierra y viera detrás de ellos a una familia que trabaja en el campo y cuida de nuestros pueblos. Y si todo esto se cumple, las subvenciones, eso que muchas veces es lo primero que pedimos, no serían necesarias.